La última entrega de Los 4 Fantásticos publicada por Panini Cómics es una suerte de impasse entre lo narrado en Imperio y la llegada de R.B. Silva a la cabecera como dibujante titular coincidiendo con el inicio del tercer año de la colección. Dan Slott (acompañado en esta ocasión por Paco Medina a los lápices) nos ofrece un relato de carácter más familiar en el que resuelve (gracias al truco de la retrocontinuidad) un misterio que nos llevaba acompañando desde el inicio de su etapa: ¿Cuándo se convirtió el hombre de hielo en miembro de los imaginautas?

«Lo que estás describiendo es el típico montaje de los ochenta, como el de probarse diferentes trajes«

Esta pregunta nos la venimos haciendo desde que Reed, Sue y los demás se enfrentaran a la Doliente justo antes de regresar a La Tierra después de pasar largo tiempo explorando (y reinventando) el multiverso marvelita (a consecuencia de las Secret Wars de Jonathan Hickman). En aquella primera aventura de Slott como patriarca fantástico, los Richards pedían auxilio a todos aquellos personajes que alguna vez habían formado parte de sus filas. Y ahí aparecían tipos como Spiderman, Lobezno, Hulka… o Bobby Drake.

Es aquí, en Los 4 Fantásticos #25, donde descubrimos cómo el hombre de hielo consiguió su invitación para formar parte de Los 4F. Para ello Slott aprovecha las circunstancias actuales de la colección (con Ben y Alicia como padres primerizos y Franklin repartiendo su tiempo entre la calle Yancy y Krakoa) para justificar la reunión y rememorar este episodio perdido en el tiempo que desconocíamos y que relata la historia de Bobby Drake como el primer y oficioso sustituto de La Antorcha Humana. La historia no pasa de ser algo anecdótico, con un fuerte carácter transitorio entre sagas, pero es una delicia disfrutar de Paco Medina.

El dibujante realiza un gran trabajo adaptando su trazo a las peculiares características de la historia, que retrata el tiempo presente y homenajea los primeros años de los imaginautas en los ya lejanos años 60. Tanto el dibujo como el color (labor de Jesús Aburtov) juegan a adaptarse a las formas de hacer de aquellos años sin perder su propia identidad. Este hecho permite también ofrecer multitud de guiños (también en el guion), como ver a Bobby en su primigenia forma nevada o recuperar los trajes clásicos de la primera familia.