Ni un momento de paz. Apenas han pasado unos meses de la escala en Imperio y la activación del nuevo plan de ruta que nos llevará a La guerra de las cuentas, Dan Slott tiene que pagar un nuevo peaje con el evento de turno. Esta vez con Rey de Negro, cuya publicación por parte de Panini Cómics se circunscribe a los números #31 y #32 de la colección. Esta vez acompañado de Zé Carlos en sustitución de R.B. Silva a los lápices.
«¿Alguna idea genial, cerebrito?«
Por suerte Slott -ya curtido en estas batallas- encaja los condicionantes del evento para que no desentonen con la dinámica de la colección y sus planes en la misma. Así, el autor acude a la relación entre Johnny y Cielo y las suspicacias que tiene Sue al respecto para vertebrar el tie-in y usar a las fuerzas de Knull como catalizadores de los conflictos personales de los personajes.
La aventura, que resulta entretenida, va de más a menos según se adentra en las particularidades del evento creado por Donny Cates. Con el mundo infestado -literalmente- por Knull y sus simbiontes, es inevitable. Y el caso es que en determinado momento se hace recomendable leer Rey de Negro, pues Slott apuesta por hacer una elipsis de varios días que cambia radicalmente el escenario en el que se mueven los protagonistas, perdiendo esa «independencia» narrativa que le permitía transitar por el evento sin mayores preocupaciones.
Aún así, es un peaje que no trastoca mucho. Como ya decíamos, el guionista pone su atención en el desarrollo de sus personajes y de las tramas personales de los mismos. Así, tenemos a Johnny y Cielo conociendo más a fondo cómo funcionan las bandas que los vinculan, a Ben y Reed poniendo a prueba su amistad o a Franklin lidiando con su condición actual de niño «normal», sin poderes ni gen mutante.
Hay que reconocerle a Dan Slott que en los últimos tiempos ha cogido el pulso a la serie y está sabiendo imprimir su voz a la misma. Solo necesita un poco de margen y que no le interrumpa ningún cruce más a corto-medio plazo para alcanzar la velocidad de crucero que logró en su día con El Asombroso Spiderman o con la imprescindible Estela Plateada.
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