«Pensé que así podría salvar al mundo de su propia naturaleza pecaminosa«

Pues nada, ya está aquí definitivamente la mayor batalla de todos los tiempos (con permiso de todo el resto de mayores batallas de todos los tiempos) que va a servir de despedida para la etapa de Jason Aaron al frente de Los Vengadores. Luego cogerá el testigo Jed MacKay y cambiará a Mefisto por Kang y, esperemos, puede que la serie remonte un poco. Pero antes de que eso ocurra tenemos que ver qué tiene planeado Mefisto y por qué era tan importante tener a todos los Vengadores del mundo ocupados en una batalla contra todas sus némesis (más un ejército infinito de Mefistos) para que no viera qué es lo que el villano estaba haciendo en realidad. Dependiendo de la importancia de lo que esté tramando esta encarnación del mal tendremos una batalla más o menos rápida contra los Señores del Mal Multiversales antes de la confrontación final contra el villano inspirado en la obra de Fausto.

No planea inventar el fuego o la rueda con este arco el bueno de Aaron. Más bien se está marcando un Michael Bay de luz y de color en el que todo explota, muchos mueren y cualquiera puede tener su gran momento antes de ser barrido de la existencia. Por eso hago referencia a los verdaderos planes de Mefisto, porque ya lo ha dejado traslucir en algunos diálogos, porque no está con sus aliados cuando estos le necesitan y porque desde que leo a Jason Aaron en los cómics que publica Panini en España he ido viendo cada vez más hacia dónde se van escorando sus principales preocupaciones filosóficas (para más pistas la frase que da paso a este artículo).

«¡Hoy somos los Capitanes de todo el puñetero Multiverso!«

Y es que ya lo hizo con Lobezno cuando tuvo ocasión. Llevándoselo al inferno y de vuelta para implantar en él algo de fe cristiana que todos y cada uno de los autores posteriores han ido obviando. Aaron tiene una misión especial en la vida, y no parece que nada o nadie vaya a hacer que cambie su rumbo. Así, intuyo que a lo que nos enfrentaremos al final será a un Mefisto con los poderes más hipervitaminados de la historia, un mega-demonio que le ponga rostro a la madre de todos los males. Una vuelta a los argumentos de antaño, en los que los malos eran muy malos y los buenos debían de ser aún más buenos si querían llegar a poder detenerlos.

Los Vengadores #49 (#150)

Llegados a este punto yo ya le compro lo que sea a Aaron, que lo escriba y que esto termine pronto. Las batallas de miles contra miles terminan dándome un poco de pereza (me he tirado la mitad del cómic volviendo atrás para comprobar si tal o cual personaje estaba ya muerto o no) y la idea de un mal que aglutina a todo el resto de amenazas ya no se sostiene en un mundo en el que  cada tres días se nos anuncia una nueva crisis o un nuevo psicópata se hace con los mandos de alguna de las principales potencias del mundo teóricamente civilizado. Aún poniendo a una principal amenaza, me han gustado más los planteamientos de crossovers como el de El Día del Juicio, porque van más allá y proponen que la humanidad tienen las llaves para evitar su propio apocalipsis. Todo esto, sumado a que el escenario de la gran batalla final me recuerda poderosamente al del Muro de la Fuente de la Distinguida Competencia (cuya destrucción dio lugar al evento de el Año del Villano), hace qu esta despedida siga sin convencerme demasiado.