«Vas a estar muy lejos de quien eres y de donde eres«

Me vais a perdonar que empiece por el final, pero el epílogo con el que nos deja Panini (en concreto Julián M. Clemente) al finalizar este número de Motorista Fantasma me sume en la pena. Y es que parece ser que, pese a tener a un peso pesado actual como Benjamin Percy al frente de sus guiones y contar con un gran dibujo y unas historias a la altura de lo que un relanzamiento del personaje se merecería, las ventas de esta serie en Estados Unidos y en Europa han sido, en el mejor de los casos, discretas. Lo entiendo y no lo entiendo. Me da rabia que una serie tan buena como ésta esté en la cuerda floja, pero comprendo que el Motorista Fantasma, por más que Marvel se haya empecinado en colocarlo (bueno, a Robbie Reyes) entre el elenco de Los Vengadores, es todavía un personaje menor (casi underground) dentro del vasto universo de la Casa de las Ideas.

Cuando digo underground lo hago sabiendo del enorme impacto de este personaje en la cultura popular (dos películas protagonizadas por Nicolas Cage siguen siendo dos películas más que otros muchos personajes de la editorial), pero tanto su historia como su trasfondo y motivaciones han quedado para muchos enterradas en los años ochenta y noventa, época de oro para las chupas de cuero, las cadenas y las calaveras aquí y allá. La llegada del Piloto Fantasma trató de modernizar el concepto, pero parece ser que la parcela demoníaca del mundo de los cómics anda últimamente un poco de capa caída (perdón por el chiste fácil, pero lo cierto es que basta con echar un vistazo al bueno de Constantine en la Distinguida Competencia). Sea como fuere, no termina de carburar esta etapa y esa es la razón principal por la que Lobezno se ha ido de aventuras con Johnny en su propia cabecera (y aparcando nada menos que la Caída de X entre tanto).

«Porque se supone que debemos ayudar a la gente que lo necesita, ¿no?«

Volviendo al cómic de este mes (y mientras Marvel lo permita) nos encontramos con una resolución quizás demasiado rápida para la trama de Danny Ketch. Apenas hay drama, sólo acción, una misión de rescate sin cuerda, algo de ternura a toda leche y una lección de vida sobre aquellos que van al infierno que cierta doctora no podrá llevarse a casa… El primero de los dos capítulos que recopila esta grapa es, quizás, consecuencia directa de la urgencia del autor por llevar al personaje hacia territorios por los que debía conducir dentro de bastante más tiempo. No hay tiempo para un arco de Johnny ‘to the Hell and back‘, así que la cosa queda resumida en un único capítulo que, sin poder evitarlo, resulta un tanto descafeinado.

Motorista Fantasma #10 (#16)

Lo mismo ocurre con el segundo capítulo de este Motorista Fantasma #10 (#16). En él se nos presenta una historia con un cierto aire a capítulo de Anual y en el que se toca de pasada a los tres Ghost Riders actuales como excusa para presentarnos a un nuevo villano que está profundamente ligado a todo lo que estamos leyendo actualmente en las series mutantes de la Casa de las Ideas (y que si no da tiempo a enfrentarlo en esta cabecera… bueno, a Percy no le falta trabajo con los hombres y mujeres de X). La cosa es que da la impresión de que para cuando se contase este capítulo, Johnny ya se habría cruzado con los otros Riders, cosa que apenas sí ha ocurrido y que vuelve a darnos una fuerte impresión de urgencia.