«Es fácil de encontrar si sabes donde mirar«
No es ningún secreto que La Guerra de Dientes de Sable me pareció prácticamente un insulto a toda la etapa de Benjamin Percy al frente de la cabecera de Lobezno. Fue una historia innecesaria, sórdida, deslavazada, sin ni tan siquiera un rival digno o un final a la altura, un desastre que dejaba al lector con mal sabor de boca y que casi borraba de un plumazo los casi cinco años de buenas historias que el guionista nos había regalado al frente de esta colección. Al mismo tiempo, el cruce entre Lobezno y Motorista Fantasma (la otra serie que ha estado escribiendo Percy y cuyo último capítulo reseñaremos en breves) nos dejó con una historia que, sin ser terrible, no terminaba de cuajar y que le pillaba al mutante de las garras de adamántium en un momento bastante delicado (en plena Masacre Mutante nada menos). Con todo, ese breve crossover nos regalaba un concepto que la Casa de las Ideas no ha dudado en reciclar ahora que nos encontramos en pleno cambio de etapa: el Inferbezno, una versión demoníaca de Logan poseída por el demonio-artista al que trataban de dar caza tanto él como Johnny Blaze.
Con esta premisas (y con la sosísima portada que Panini le ha cascado al tomo recopilatorio) me esperaba que este Inferbezno fuera un auténtico tostón y, sin embargo, me he encontrado con lo que siempre deseé que fuera La Guerra de Dientes de Sable: una despedida con honores entre el guionista y el personaje al que ha estado acompañando todos estos años. Con Inferbezno, por fin libre de ataduras, condicionantes e imposiciones editoriales, Percy se dedica a recoger todo (lo bueno y lo malo) que ha ido sembrando durante estos últimos tiempos para crear con ello algo que lo dignifique y que nos permita disfrutar de una última gran historia antes de verle partir hacia nuevas aventuras (se avecina una serie de Hulk Rojo en el contexto de One World Under Doom, el próximo gran evento marvelita y aprovechando la presencia cinematográfica del personaje en la nueva cinta del Capitán América).
«Debería haberse enfrentado a un Consejo de Guerra por lo que ocurrió en aquella iglesia«
Inferbezno, de hecho, echa sus raíces sobre los dos crossovers que mencionaba en el primer párrafo de la historia. Rescata, cómo no, al demonio Bagra-Ghul (que regresa a la Tierra en busca de nuevas matanzas que cometer) y toma algunos detalles que no debería comentar de la peleílla contra Victor Creed para recuperar a un personaje con el que ni Percy ni Victor LaValle habían sido del todo justos. También traslada a esta miniserie el tono y la oscuridad con la que nos lo hemos pasado tan bien los (pocos) lectores que hemos disfrutado de la etapa del guionista al frente del Motorista Fantasma, otorgándole a esta historia un cierto tono macarra y oscuro que le sienta de maravilla.
No os voy a engañar. Inferbezno no inventa la rueda y se queda más como una simpática aventura protagonizada por uno de nuestros personajes favoritos y escrita por uno de los autores que mejor lo han tratado durante los últimos tiempos. Pero lo cierto es que uno se lee este tomito (genial idea la de Panini de recopilarlo así, haciendo mucho más fácil su disfrute) de una sentada y en ningún momento siente que haya tirado su dinero, lo cual es muy importante con los tiempos que corren y es una sensación que sí tuvimos con las historias que han precedido a la que podemos leer hoy aquí. Se nos promete al final que Inferbezno volverá y, tal y como indica Julián M. Clemente al final de este volumen, esto dependerá de las decisiones que tome el nuevo equipo que se ha hecho cargo de la parcela mutante de Marvel. Pero lo cierto es que, lo haga o no, Benjamin Percy por fin se ha podido dar el gusto de despedirse de Logan y de todo lo que le ha rodeado durante estos años de la mejor manera posible.
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