«Emma. Prepárate para cualquier cosa«
Os lo voy a confesar desde ya: Siempre he detestado a Cíclope. Quizás el culpable sea James Marsden, que hace ya casi dos décadas interpretó a un Scott Summers tan repipi y perfecto que daban ganas de abofetearlo. La cosa no mejoró cuando al fin logré hincarle el diente al mundillo de los cómics. Los que llevéis por aquí algún tiempo lo recordaréis: fue con la Regénesis, Lobezno se llevaba a gran parte de los mutantes más jóvenes de vuelta al condado de Westchester mientras que un Cíclope más beligerante que nunca se instalaba en las antiguas dependencias de Arma X para iniciar su propio proyecto docente con algunos nuevos mutantes que, gracias al desenlace de Los Vengadores vs. la Patrulla-X, fue recogiendo por el camino. Durante el trecho que hubo hasta la confrontación con los Héroes más Poderosos de la Tierra la serie cayó en las garras de un Kieron Guillen poco o nada inspirado. El resultado fue una serie aburrida con un líder cada vez más perdido que llegó a su punto de mayor ‘boquiabiertismo’ con el asesinato de Charles Xavier a manos de su estudiante predilecto.
Se hizo entonces con las riendas de la colección Brian Michael Bendis y, pese a que en términos de calidad la serie ganó muchísimos enteros, Cíclope seguía siendo para mí un sujeto indescifrable e insoportable. La cabeza visible de una especie de célula terrorista que no terminaba de funcionar como tal y el cabecilla de unos autodenominados salvadores que no acababan de rescatar a nadie. La cosa siguió así hasta la llegada de Secret Wars, en las que el personaje tuvo un papel poco menos que anecdótico, y no fue hasta pasado el gran crossover de la Marvel de las últimas décadas que Bendis volvió con un maravilloso número #600 para Uncanny X-Men (La Imposible Patrulla-X #46) en el que la relajación en las tensiones entre ambos bandos de mutantes quedaba patente y Cíclope daba carpetazo a su proyecto con un mensaje de paz y armonía que casi lograba que me reconciliase con él.
«Esto podría ser el fin de los mutantes«
Entonces es cuando llega el Nuevo y Diferente Universo Marvel y nos encontramos con que en los ocho meses que han transcurrido desde el final de las Secret Wars algo ha ocurrido que ha significado la muerte del mutante de los rayos ópticos y que, de camino, lo ha convertido en uno de los seres más odiados del universo Marvel. No sólo eso, las tensiones entre mutantes e inhumanos han ido deteriorándose de manera inexplicable con el paso de los meses hasta derivar en un escenario pre-guerra al que pronto quitaremos el prefijo y, para rematar, los mutantes nunca habían gozado de tan mala reputación como en el momento presente. ¿Qué demonios pasó para que se fuera todo al garete?
Panini nos ha llevado durante los meses de febrero y marzo de la mano de Charles Soule (Inhumanos) y Jeff Lemire (La Extraordinaria Patrulla-X) hasta el momento en el que los mutantes descubrieron la toxicidad de las nieblas terrígenas y de ahí avanza hasta descubrir el motivo de la actual escalada de tensión. Al hacerlo no se ahorra ninguno de los dos ni un ápice de salvajismo y ya desde las primeras páginas vislumbramos la cara más fea de la expansión inhumana cuando la Patrulla-X de Cíclope desembarca en una especialmente neblinosa isla de Muir sólo para encontrarse con las primeras víctimas del veneno terrígeno (¡menuda manera de averiguar qué había sido de [SPOILER] los chicos de X-Factor tras el Mundo de Batalla!).
«Creo que sabe todo lo que hemos planeado«
Sin embargo, hay algo a lo largo de estos cuatro capítulos que no me cuadra. Hasta Cíclope, en su terquedad y solitario liderazgo, había tratado siempre de llevar a los mutantes por un camino que ellos fácilmente pudieran reconocer. Por el contrario, el Scott que dibujan Lemire y Soule avanza implacable hacia la consecución de un plan para el que poco importan los métodos y los sacrificios. Claro ejemplo de esto es el joven Alquimia, un mutante rescatado ex profeso de su ostracismo para esta aventura, y que es utilizado y manipulado por el hombre-X para lograr acabar con una de las dos gigantescas nubes de terrígeno que flotan en la atmósfera de nuestro planeta.
Hace falta llegar hasta el final de este sorprendente crossover introductorio para tomar consciencia, de golpe, de qué narices está ocurriendo a lo largo de los otros tres números. Y entonces, os lo aseguro, Muerte de X exige como pocas series antes que ella una segunda lectura para entender mil detalles ocultos que los autores han enterrado muy profundo para hacerlos emerger en el momento justo. Con todo esto en mente y con una introducción tan apoteósica como la que os acabo de contar Inhumanos vs Patrulla-X pinta como un evento de esos capaces de ponerlo todo patas arriba. A ver qué nos tienen preparados a partir de este mismo mes los chicos de Panini.
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