«Podemos hacer lo que queramos sin utilizar a la gente«
Por fin da la impresión de que la serie mutante de Vita Ayala comienza a funcionar de verdad. Y curiosamente esto ha venido a coincidir con la decisión por parte de la guionista de salirse del camino clásico en el que parecía embarcada para mostrarnos una ruta alternativa, en la que el diálogo y el crecimiento personal de los personajes implicados no están vetados. Es decir… todos veíamos a Exploradora siendo dejada en una de las cunetas de la historia mutante y, sin embargo, aquí la tenemos. Y gran parte de las tramas tradicionales habrían acabado con ella y sus antiguos amigos no pudiendo dirigirse la palabra y, en lugar de ello, Ayala nos da muy buenas razones como para que la clon del clon de Lobezno se decida a perdonar a Camaleón, Chica Nula, Cosmar y Chico Lluvia, cuatro personajes que, por cierto, jamás habríamos esperado que tuvieran el papel protagonista que esta guionista ha decidido otorgarles en el cómic que publica Panini en España.
Lo de recurrir a personajes secundarios (o terciarios) no debería sorprendernos de una guionista que ya apostó por personajes muy menores para acompañar a Livewire en la aventura que escribió para este personaje durante su estancia en Valiant. Lo que quizás sí que sea una sorpresa al final son las intenciones del Rey Sombra detrás de sus manipulaciones y ataques. Ayala pinta a Farouk como un fan declarado del estilo de vida arakki y lo cierto es que, después de conocer a algunos de sus más ‘nobles’ representantes, no nos puede extrañar esta afinidad. Y, tras esta admiración, llega el intento de emulación que se ha traducido a lo largo de los últimos meses en la manipulación y la pesadilla de los bebés X. El poderoso psíquico ve la nación de Krakoa como un oasis en mitad del desierto que es la humanidad en lugar de como una nación en la que sus habitantes puedan crecer y prosperar. Y de esta concepción nace la necesidad de crear una corriente de miedo e inseguridad que mantenga a los mutantes en guardia y preparados para la eventual caída de sus líderes.
«Quieren que nos ablandemos para los dientes y garras de nuestros enemigos«
Esto, como sin duda habréis notado, tiene su traslado al mundo real. Farouk pretende educar a la nación mutante de Krakoa por los medios que hagan falta, aunque esto lo convierta de nuevo en el villano. No es muy diferente de la manera paternalista y dictatorial en la que muchos gobernantes tratan a los pueblos bajo su mando y la Historia nos ha demostrado que estas maneras de hacer las cosas pocas veces han terminado surtiendo el efecto deseado por sus perpetradores. Krakoa terminará cayendo (quién sabe si tras Inferno o más adelante), pero lo que hará más o menos dura su caída será la manera en la que sus ideales hayan sido defendidos por sus habitantes, no la ferocidad con la que los mismos hayan defendido sus fronteras. Hay una lección ahí para quien tenga el valor de hacerse con ella, una que habla de caer mejor, para levantarse aún más fuertes y con la confianza intacta.
El Rey Sombra nos ha sido presentado por Ayala como una criatura herida que no conoce otra defensa que la violencia extrema (no necesariamente física) y lo que está haciendo ahora no deja de ser una retorcida declaración de amor hacia Krakoa y sus habitantes. El problema es que el amor de Farouk bien puede cobrarse las víctimas que haga falta con tal de implantar en las mentes de sus compatriotas la necesidad de un ‘rearme’ mutante.
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