X-Men: Regénesis

Regénesis nº 3: Las deudas de X-Force

Para hablar de la pareja de cómics que nos llega este mes a la redacción es imprescindible hacer una pequeña introducción sobre el grupo de choque X-Force que no está exenta de SPOILERS.

 

X-Force (o Fuerza-X) fue fundada en 1991 (bajo la dirección artística de Fabian Nicieza y Rob Liefeld) por Cable (el hijo de Cíclope enviado al futuro que vuelve de vez en cuando para que no le olvidemos) para acabar con uno de los villanos más terroríficos de los mutantes: Apocalipsis. Años después el grupo quedó disuelto, pero cuando se inició la saga Complejo de Mesías (coincidente en tiempo con Especie en Peligro) Cíclope le encargó a Lobezno que seleccionara a los integrantes de una nueva X-Force que estaría destinada a perseguir y aniquilar a los Purificadores (Purifiers) que pretendían cazar al primer bebé mutante tras el día M. Tras el Complejo de Mesías (y aún más tras el Cisma) el grupo debería haber quedado definitivamente disuelto, pero Lobezno lo ha mantenido en activo junto a Psylocke, Deadpool, Fantomex y Arcángel. Porque hay ciertas misiones que sólo unos pocos están dispuestos a llevar a cabo para proteger al mundo mutante.

 

Lobezno y la Patrulla X nº 3

«Sigo siendo el tío que va a apuñalar a gente que se merece que la apuñalen«

 

¿Y si una de esas misiones significa volarle la cabeza a un niño? ¿Y si cumplir con esa misión se convierte en un punto de fractura? ¿Y si uno de los integrantes del grupo acaba con la mente destrozada y sin un sólo recuerdo del pasado? Llega un momento en el que el viejo Logan no puede ocultar por más tiempo su «pluriempleo» como director de día y asesino nocturno y ha de poner a dos de los protagonistas y víctimas de la saga del Ángel Oscuro al cuidado del Instituto Jean Grey de Enseñanza Superior. Estamos hablando del amnésico Ángel y de Génesis, el clon en fase infantil de Apocalipsis con tanto potencial para hacer el bien como para destruir la Tierra.

 

Pero tras este planteamiento tan serio y oscuro nos aguarda, un mes más, un tomo desternillante. Por fin vemos cómo es el día a día en el Instituto muti: clases de Biología con Bestia, de Historia Futura con Kitty Pryde y DeathlokJason Aaron sigue demostrando su buen hacer y con cinco números (en España) de esta colección a sus espaldas ha logrado aunar el desenfado con la acción y los puñetazos para todos los públicos de una manera majestuosa. El autor se ha hecho cargo de los cambios introducidos por Rick Remender a través de Fuerza-X y los ha deslizado en su propia historia con una enorme naturalidad y logrando, además, sentar las bases para futuras e interesantes tramas. Los personajes que conviven bajo el techo del instituto (Quentin Quire, Génesis, Kid Gladiator, Nydo…) tienen un enorme potencial como protagonistas de sus propias historias y Aaron está haciendo un gran trabajo plantando las semillas de futuros argumentos.

 

Quizás el aspecto menos positivo de este nuevo número es que marca el inicio de las colaboraciones entre Aaron y Nick Bradshaw. Bradshaw lleva años vinculado a la franquicia mutante y su estilo, cercano a la estética manga y fácilmente convertible en dibujo animado, es muy apreciado por los nuevos fans norteamericanos de los cómics. Sin embargo, uno no puede sino echar en falta la simpleza y genialidad de los trazos de Chris Bachalo que habíamos podido observar en los anteriores número de la colección.

 

La Imposible Patrulla-X nº 3«Éramos la especie dominante de esta pequeña isla embarrancada en el tiempo«

 

Por su lado, Cíclope y el resto de su Equipo Extinción siguen explorando Tabula Rasa, otra de las consecuencias de la saga del Ángel Oscuro. En una tierra en la que han pasado millones de años en un solo día nuestros héroes se encontrarán con los últimos supervivientes de una raza que dominó este pequeño universo aislado. Las referencias que encontramos entre esta pareja de ¿alienígenas? y el eterno enfrentamiento entre las visiones de Magneto y Charles Xavier son más que palpables y nos permiten disfrutar de un tomo con nada menos que tres números de la edición estadounidense en los que pasamos de leer aventuras al más clásico estilo de los primeros años de Marvel (en la jungla, contra monstruos…) y con bastante sentido del humor, a contemplar profundas reflexiones sobre lo cíclico de la historia y la posibilidad de aprender de los errores. Kieron Gillen puede no haberse quedado con los personajes más carismáticos de la franquicia, pero sin duda sabe como utilizar en una buena historia a los mutantes más poderosos del momento (Magneto siempre será Magneto) a la par que nos sigue inquietando con la metamorfosis de Coloso y nos regala algo muy pocas veces visto: la sonrisa de Namor.

 

Por último, una vez nos hemos acostumbrado al estilo de dibujo de Greg Land podemos disfrutar de tres capítulos con algunas ilustraciones sensacionales que de nuevo nos dan un paseo por los mágicos paisajes de Tabula Rasa. Las portadas de la versión americana se encuentran perdidas en medio del tomo y constituyen uno de los pocos puntos negativos hacia la edición de Panini, quizá habría sido mejor mantenerlas al final de la entrega o (como en el caso de la colección de Lobezno) colocarlas en la última página del volumen.

 

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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