Este tercer volumen de Reinado de X que publica Panini Cómics tiene como leitmotiv lo perdido. Pasados, amigos, poderes… incluso futuros que ya no están, pero que siguen atormentando a nuestros protagonistas, que solo necesitan buenos consejeros o una chispa de suerte para poder ver de nuevo el mañana con optimismo.
«Pues claro que va a ser raro. ¿Cuándo nos ha detenido eso?«
Este volumen de compone (según la numeración USA) de: Merodeadores #17, Nuevos Mutantes #15, Cable #7 y Lobezno #8-9. Cinco capítulos que marcan el futuro inmediato de la franquicia una vez superadas las secuelas de X de Espadas. Aún quedan algunas aristas a resolver relacionadas con el evento mutante, pero ninguna en las series que ahora nos ocupan.
En Merodeadores, la serie que abre el recopilatorio, se respiran vientos de cambios… y de despedidas. Todo hace indicar que Ororo volverá a volar libre y dejará a nuestras reinas favoritas lidiando con la política krakoana y las relaciones comerciales con las naciones humanas. Aquí se siguen asentando las bases que darán pie a la primera Gala de Fuego Infernal y Kate presiona al gobierno de Madripur para un inevitable choque. Gerry Duggan tiene abiertos varios frentes, pero ninguna de las tramas en curso parece resentirse.
Y si no tuviera suficiente, el guionista saca tiempo para Callisto, con quien la franquicia aún tenía cuentas que saldar, pues fue una de las mutantes que perdió sus poderes por culpa de Bruja Escarlata y tiene en el ritual del Crisol la oportunidad de volver a estar completa. Hasta ahora se ha tratado poco esta ceremonia de muerte y renacimiento que va adquiriendo un cariz espiritual, casi religioso, muy importante.
Quien ansía volver a estar «completa» es Cosmar, en Nuevos Mutantes, pues fruto de su mutación y el descontrol de sus poderes aquellos primeros días (lo vimos en el transcurso Amanecer de X), su cuerpo cambió radicalmente. ¿Puede ser el Crisol una solución a su pérdida? Ella cree que sí. Sin embargo, Vita Ayala no ahonda demasiado en el tema, pues la situación de Gabby, la clon/hermana pequeña de Lobezna, parece más acuciante.
La guionista se mueve en terrenos pantanosos queriendo sumar la problemática de la identidad con el de la pérdida. Gabby se siente una extraña en una nación de mutantes. Sin apoyos de verdad y con la sensación de ser una falsa mutante atendiendo a los precedentes (como Madelyne Pryor, clon mutante que no forma parte de los protocolos de resurrección), su angustia va a hacerla estallar en cualquier momento.
Respecto a las otras dos series aquí recogidas, Cable da un paso más en la trama que tenía abierta antes de X de Espadas, con el rescate de bebés mutantes como misión. Duggan (que también lidera esta sreie junto al dibujante Phil Noto) propone como vuelta de tuerca un recordatorio de un futuro que antes o después terminará alcanzando al joven Cable. Y aunque no será en esta etapa, es un recordatorio de que revoluciones como la de Krakoa son siempre efímeras. Así pues, disfrutemos mientras dure.
Por último, Benjamin Percy rescata a Rebelde, uno de los hijos de aquellos locos 90 que todavía no había debutado en la nueva realidad krakoana. Si Duggan tiene todas las piezas bien engrasadas en Merodeadores, a Percy le cuesta centrar el foco en Lobezno. Culpa, en parte, de las continuas sinergias con X-Force, culpa del propio guionista que antes de cerrar una trama ya está abriendo otra. Así, la trama vampírica vuelve a quedar en barbecho después de que Logan se «reúna» con Rojo Omega sin que se aclare nada, y se lanza de lleno a esta aventura en la que un amnésico Rebelde muestra tanto potencial para ser amigo, como enemigo.
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