«Debemos luchar juntos o la sociedad nos destruirá por atrevernos a existir«
Que sí, que esto ya estaba pensado y que entraba dentro de los planes editoriales desde antes de que se inventase el boli. Pero lo cierto es que la idea de Magneto de quedarse fuera de los protocolos de resurrección pierde un poquitín de fuerza cuando se nos dice y se nos cuenta que no pasa nada, que Tormenta va a por él al infierno si hace falta y se lo trae de vuelta para que haga su trabajo. Queda Ororo (que también está fuera de los dichosos protocolos) y el hecho de que no esté en la imagen promocional de las nuevas series mutantes tras Caída de X da que pensar, pero vamos, que se nos dice muy a la cara que, una vez desaparezcan los protocolos que inventó el bueno de Jonathan Hickman, volverán las puertas giratorias en el Más Allá y todos contentos.
Con todo, y una vez nos tragamos este caramelito, lo cierto es que Magneto falleció luchando contra Urano en el momento de mayor poder de los mutantes, tanto en la Tierra como en Arakko / Marte. Su desaparición dejó un vacío terrible en el Consejo Silencioso y al lado de Charles Xavier (al que, de alguna forma, equilibraba) y esto, a su vez, precipitó el éxito de los planes que ya estaban en marcha en contra de Krakoa en particular y de la raza mutante en general. Su regreso ahora a través de esta penúltima doble colección pre-Back to Basics de Panini® (comenzamos con La Resurrección de Magneto y luego compartirán cabecera ésta y X-Men Forever) se produce en el momento de mayor debilidad de los mutantes, cuando más falta va a hacer la presencia de alguien del poder de Erik Magnus Lehnsherr en el bando de los hombres y mujeres X.
«He venido a por Max… porque era mi amigo, porque está sufriendo«
Se da la circunstancia, además, de que tanto Magneto como con su hija Polaris (a la que hemos visto en Caída de Dinastía de X #1) tienen un viaje que hacer para reencontrarse con sus aliados en el gran día D. Me recuerdan ambas situaciones, si se me permite el símil, a las de dos hobbits al frente de un ejército de ents y al viaje de Aragorn por el Sendero de los Muertos para reavivar la alianza con los dulendinos que traicionaron a Isildur. Salvada esta referencia meta-friki, el efecto que entiendo que buscan tanto Gerry Duggan como Al Ewing es el de aparecer en el momento más peliagudo de la batalla contra Orchis con unas fuerzas que nadie vio venir y contra las que el enemigo no se haya preparado (‘Espera mi llegada con la primera luz del quinto día al alba, mira al este‘, que diría aquél).
Lo dicho, para aceptar lo que se nos propone en La Resurrección de Magneto vamos a tener que comulgar con una pequeña piedra de molino, pero lo cierto es que el cómic comienza muy bien (al fin y al cabo tenemos a Ewing escribiendo sobre Tormenta y Magneto en la que será su despedida de la franquicia mutante) y que la historia y el objetivo que se nos proponen no podían ser más apetecibles para quienes soñamos con un Orchis que bese el fango hasta que se le atragante. Veremos cómo se resiente, o no, esta colección cuando tenga que compartir espacio con la cabecera que le está dando título a la grapa que nos trae Panini. De momento tenemos una lectura muy entretenida.
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