Undead Unluck #8

Undead Unluck #8: Salvadores salvados

Undead Unluck #8«Yo no tengo derecho a hablar del amor«

 

En la batalla por el manga que se libra entre las editoriales de nuestro país puede parecer que algunas de ellas hayan apostado más fuerte que otras, con catálogos inmensos y grandes estrenos logrados a golpe de talonario. Panini, cuya principal fuente de ingresos a nivel comiquero viene del cómic americano de la Casa de las Ideas, ha elegido siempre mantener un catálogo más reducido, pero selecto, de novedades interesantes y reediciones de mangas de culto. Así han llegado a nuestras manos Murciélago o Zom 100, pequeñas joyas que no han hecho demasiado ruido, pero que nos está proporcionando grandes momentos de lectura y diversión. También así hemos podido recuperar la bueno de Kenshin Niimura o a Spriggan. Y, dentro de los ‘grandes’ éxitos, esta política le ha permitido a la editorial de origen italiano apostar por cosas como Sexy Cosplay Doll o la presente Undead Unluck, que muy pronto se han revelado como grandes aciertos dignos de sendas adaptaciones al anime (la primera ya la podéis disfrutar en Crunchyroll y la segunda se estrena a lo largo de esta primavera).

 

Digo todo esto porque es de agradecer que Panini decidiera lanzarse a por el manga de Yoshifumi Tozuka. Undead Unluck es, en sus primeros tomos, una obra de complicada lectura. Los poderes de los personajes exigen una elevada atención por parte del lector al basarse en la negación de normas básicas de la física, la biología, el pensamiento, etc. Sin embargo, conforme uno se va dejando atrapar por la historia, entra en un manga maravilloso repleto de tramas fabulosas y con unos personajes de enorme profundidad y multitud de aristas. Un manga que pivota, como ya os he comentado en otras ocasiones, en el amor y un shonen que combina a la perfección comedia, acción y enormes cantidades de drama.

 

«Esa es la verdad de la incerteza, ¿no?«

 

Porque madre mía el pasado de Shen, y el de Rip, o el de los propios Andy y Fûko. Es más, hay que jo*erse con el sacrificio trágico que nos encontramos a la mitad de este Undead Unluck #8 y con la subida de la apuesta con la que nos sorprende Tozuka al final de este volumen. Esta serie avanza siempre hacia adelante a través de grandes gestas, si, pero también por medio de enormes pérdidas (¿o es que habéis olvidado ya a Anno Un?) Los momentos dramáticos se han convertido ya en algo tan intrínseco a esta serie que a veces hemos de leerlos un par de veces para caer en lo que de verdad ha ocurrido y en las consecuencias que ello tendrá. Y todo, por supuesto, siempre en nombre del amor. El sacrificio que contemplamos en esta entrega, por parte de alguien que parecía haber renunciado a los sentimientos humanos en pos de su venganza no hace sino incidir en la voluntad del autor por apostar por esta fuerza universal como principal motor del manga.

 

Undead Unluck #8

Undead Unluck #8

 

Y si algo caracteriza a este número en particular es el concepto con el que titulo a la reseña. En la batalla contra Feng y Verano, da la impresión de que Mui y Fûko son poco más que floreros caros a los que proteger, pero lo que está haciendo aquí Tozuka me parece muy inteligente, porque nos hace creer esto para demostrarnos inmediatamente después que las que parecían damiselas en apuros pueden en un instante convertirse en las principales salvadoras de sus respectivos compañeros. Cierto es que lo de Mui es en un contexto mucho más metafísico (aunque luego la vemos repartir estopa también a su manera), pero el sacrificio final de Fûko y, sobre todo, las motivaciones que van más allá de las explícitas e inmediatas que mueven al personaje nos hacen pensar muy mucho en el cariño y el cuidado con el que el autor juega con los equilibrios de protagonismo y poder entre sus personajes.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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