Los amantes del subgénero zombi recordarán 2021 por el descubrimiento de este pequeño manga que tenemos entre manos. Zom 100: 100 cosas que quiero hacer antes de convertirme en zombi ha supuesto un soplo de aire fresco en un nicho bastante limitado por sus propias condiciones, atreviéndose a conjugar la crítica social y la comedia en una constante búsqueda de una voz propia. Y aunque los más puristas podrán achacarle que el componente de terror ha quedado relegado a un segundo plano, la atmósfera angustiosa de un mundo que ha perdido el mañana está ahí; Haro Aso y Kotaro Takata no pierden nunca el foco de que están narrando una historia sobre muertos vivientes y saben utilizar los códigos del género para sus propósitos.
«Tan solo concéntrate en lo que debes para alcanzar el éxito«
La tercera entrega del manga publicado por Panini da comienzo donde lo dejó el anterior, con Kenichirô y Akira tomando la determinación de dejar su refugio en Tokio para ir en busca de los padres de Akira, que viven en Gunma. Les espera un viaje largo y no exento de peligros, así que lo primero es prepararse a conciencia. A la aventura, como podéis deducir echando un vistazo a la portada del tomo, se suma Shizuka. Su incorporación no es ninguna sorpresa, era solo una cuestión de tiempo y dado el cambio de entorno al que nos conduce la serie, su confirmación como protagonista no podía retrasarse más.
La circunstancia permite que los autores profundicen en el pasado de ella, quien, a su manera, no es tan distinta de Akira. Ambos han vivido buena parte de sus vidas alienados por sus seres cercanos y en este mundo hostil están aprendiendo sobre la marcha a dar un paso al frente y alzar sus voces.
Este «salir al mundo» en el que se aventuran nuestros personajes les enseña -por las malas- que hay peligros a los que prestar atención al margen de la evidente amenaza de los zombis. Y es que un encuentro con el Negan de turno hace aflorar traumas pre-apocalipsis en Akira, que vuelve a ser un «zombi» de la sociedad actual. La lectura del primer tomo acerca de cómo determinados trabajos y condiciones laborales nos zombifican como individuos vuelve a cobrar fuerza en este tomo, más si cabe cuando en un ejercicio de genialidad los autores equiparan la situación de Akira frente a su particular Negan con la de los zombis que pululan por la zona. Una escena tan divertida, como aterradoramente cotidiana que nos invita a reflexionar.
Debajo de su espíritu lúdico y su defensa (exagerada) de una anarquía vital, Zom 100 plantea interesantes ideas que nos emplazan a pensar acerca de los excesos que permitimos que nos martiricen y las oportunidades que dejamos escapar por miedo o falta de determinación.
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