Muchos estaréis pensando ‘¡Hala, menudo spoiler para comenzar el artículo!‘, pero la frase con la que comienza el artículos se puede leer en las primeras diez páginas del primero de los cuatro números que conforman esta breve colección que se publica al amparo de la nueva película de Disney/Lucasfilms y que lleva impresa la coletilla de ‘Rumbo al Despertar de la Fuerza‘. En ella Greg Rucka (Lobezno, Gotham Central) ha tratado de conectar de alguna manera los episodios VI y VII de la saga cinematográfica sin soltar ningún gran spoiler que nos impida disfrutar del nuevo filme, pero contando lo suficiente como para que tomemos consciencia de la necesidad de esta tercera trilogía.
Rucka fija la atención en Shara Bey, una de las mejores pilotos de las filas rebeldes que contempla las consecuencias de la derrota del Imperio desde el punto de vista privilegiado que le dan su experiencia y su reputación. El guionista utiliza el primer tomo para mostrarnos el final de la batalla de Endor, los dos siguientes para avanzar un par de semanas en el tiempo y el cuarto y último lo dedica a lo acontecido tres meses después de la muerte del emperador Palpatine y su subalterno Vader.
«Adscribirse a la propaganda rebelde es un acto de traición, teniente«
Vemos pues que el autor no está especialmente interesado en irse muy lejos en su exploración del universo posterior a la derrota del Imperio. De los treinta años que pasan entre El Retorno del Jedi y El Despertar de la Fuerza, Rucka elige centrarse en un corto espacio de tiempo vital para explicar por qué en las nuevas películas el ambiente que se respira sigue siendo el de un universo en guerra y no el de una pacífica república, como veíamos en las tres películas que George Lucas estrenara a principios del siglo XXI.
Esto, si bien nos permite obtener una perspectiva excelente y realista de lo que ocurrió inmediatamente después de la victoria de Endor, deja abiertos muchos interrogantes acerca de las preguntas acerca del pasado que nos plantea la película de J.J. Abrams y, de nuevo y tal y como os comentaba hace unos días a propósito de la Star Wars de Jason Aaron, se percibe un cierto temor a adelantar historias y acontecimientos que puedan tocarse más tarde por los diversos directores que van a ponerse al frente de este nuevo proyecto. Y ya se sabe, «… El miedo es el camino hacia el lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento…«. Quizás a estos cómics les falte un poco más de arrojo, pero es que hasta que no se estrene el Episodio VIII allá por 2017, todas las historias que nos encontremos van a pecar de los mismos defectos, a no ser que comience a existir una comunicación directa entre Rian Johnson (el director de Looper y encargado de esta nueva entrega) y los diferentes guionistas marvelitas.
«¿Estamos listas amigas?«
Volviendo a la trama de esta colección, su primer número nos indica muy pronto que los planes del Emperador no se limitaban al control de la galaxia y que se extendían mucho más allá del momento de su muerte. Esto lo vemos con mayor claridad a partir del segundo número, en el que Rucka comienza a desgranar la estrategia de los supervivientes del Imperio para atacar puntos y planetas específicos a modo de última voluntad de Palpatine y en un intento final por borrar toda prueba de sus experimentos secretos y sus planes nunca desarrollados así como todo rastro de su historia previa al Imperio. Esto llevará en los tomos centrales de la serie a que Shana y Leia deban tomar parte en una lucha suicida para proteger el planeta Naboo, hogar natal del villano, así como de la reina Amidala, madre de Luke y Leia.
A partior de esta historia cabe destacar la profusión en caracteres femeninos fuertes a lo largo de las diversas adaptaciones del universo creado por Lucas. Leia, Padmé, Shara y ahora, en la nueva película, Rey son mujeres independientes que no necesitan de un hombre para sentirse a salvo y son perfectamente capaces de sacarse las castañas del fuego ellas solas. Esto, en una época en la que tenemos personajes en el cine como la Katniss de Jennifer Lawrence puede no sonar a novedad, pero sí que lo era atrás en 1977, cuando un contrabandista coreliano fue enviado a rescatar a una princesa y se encontró con la futura generala de las fuerzas rebeldes. Rucka lanza un homenaje a las mujeres de Star Wars con el tercer número de la historia, pese a que el equipo que se forma en ese momento suene un tanto forzado y se deshaga tan rápido como se creó.
«¿Has hecho un cursillo de arrogancia imperial, teniente?«
Para el último número el guionista se reserva una historia muy especial en la que Shara comparte protagonismo con Luke Skywalker. Esta última aventura no debería en un principio tener por qué enlazar con lo que vemos en El Despertar de la Fuerza, pero hay detalles, como la misteriosa desaparición del personaje de Mark Hamill y el motivo de su protagonismo en este último número o las razones por las que la teniente Bey quiere retirarse del frente, que pueden hacer referencia directa a momentos concretos del filme de Abrams y que merecería la pena tener en mente cuando nos dispongamos a ver las siguientes entregas de la saga.
El dibujo de Checchetto, que hasta ahora había estado ligado a proyectos menores de la Casa de las Ideas, cumple con creces en los últimos días del Imperio Galáctico y le ha servido para que, a principios del año que está por caer, el dibujante acompañe a Charles Soule en una nueva colección que protagonizarán Obi-Wan Kenobi y un jovencísimo Anakin Skywalker en un planeta lejano mientras maestro y padawan tratan de aprender a confiar el uno en el otro. Imperio Destruido, en resumen, queda como un ejercicio de divertimento sano y sin mucho riesgo que no molesta, pero que podría haber resultado mucho más sugerente de haber sido más atrevido.
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