Cinco películas han protagonizado la segunda jornada de la 12 Muestra Syfy de Cine Fantástico. Hemos tenido fantasmas, rap, zombies, vampiros y mucho, mucho humor. Las comedias, y sobre todo las que nos llegan desde Nueva Zelanda, han sido las grandes triunfadoras del día porque, y esto que sirva de revelación que gente como Leticia Dolera (que no daba crédito de este éxito), puede que los premios en las grandes galas se los lleven los grandes dramas existenciales, pero el público muchas veces sólo quiere pasar un buen rato en el cine, pasó hace años con Lobos de Arga y se ha repetido en esta segunda jornada que os pasamos a relatar a continuación:
Housebound (Gerard Johnstone, 2014)
Comedia gamberra y con grandes dosis de humor negro para ir abriendo boca. Johnstone nos presenta a una rebelde sin causa que se ve obligada a convivir con su madre y su actual pareja durante los ocho meses que le imponen de arresto domiciliario. Los roces con la charlatana de su madre no tardarán en surgir pero, cuando todos pensamos que la película va a derivar en Kylie (Morgana O’Reilly) agrediendo de muchas e imaginativas formas a la cotorra de su progenitora (Rima Te Wiata), nos encontramos con el misterio de una casa que parece poseída por un espíritu vengativo. ¿O son sólo las imaginaciones de una mente hiperactiva? Un filme sencillo plagado de momentos que invitan a la carcajada. Muy recomendable.
Tokyo Tribe (Shion Sono, 2014)
Con permiso de Scarlett Johansson y Under the Skin (cinta que cerrará esta maratón de género de cuatro días), Tokyo Tribe de Shion Sono será recordada como la gran incomprendida –e incomprensible– de esta doceava Muestra Syfy. Basada en un manga homónimo, la película nos sumerge en las calles de Tokyo y nos mete en el epicentro de una guerra de bandas al ritmo que marca la música rap. Sono se marca un musical en toda regla, uno autoconsciente, además, en el que la música juega un papel determinante para la caracterización de los personajes y el desarrollo de las escenas. Con un tono de corte surrealista en el que se mezcla la comedia más absurda, la violencia explícita o el fetichismo y una apuesta formal muy cuidada –fotografía muy videoclipera y una interesante realización en la que predominan largos planos secuencia– lo endeble de su premisa inicial hace que Tokyo Tribe pierda fuelle a medida que se desarrolla la trama.
Burying the Ex (Joe Dante, 2014)
Si en Tokyo Tribe el amor entre los protagonistas se metía con calzador para darle más fuste al argumento, en Burying the Ex del respetable Joe Dante es la piedra angular sobre la que se mueve la historia. El padre de Gizmo nos trae una comedia romántica zombie (de eso sabemos mucho), con tantos recursos como pretensiones (pocas), que engancha desde el principio gracias a su sincero amor al género y un reparto entregadísimo a la causa (especialmente la ex-vampira Ashley Greene). Ahora que el género viene marcado por lo tremebundo de producciones tipo The Walking Dead o el sentido del humor cínico de los films de corte más independiente, propuestas como Burying the Ex que apuestan por un tono más lúdico son siempre bien recibidas. Más cuando, como es el caso, el género sirve de excusa para hablar de las dificultades a las que nos enfrentamos día a día en nuestras relaciones de pareja.
Antes de la cuarta película de la tarde/noche le tocó el turno al corto Safari, del asturiano Gerardo Herrero Pereda… Para no ser hirientes diremos que las pocas escenas de asesinato despiadado que podíamos ver en la fabulosa Tenemos que Hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2011) superan con creces a la frialdad y limpieza de lo que nos propone este corto.
Lo que Hacemos en las Sombras (Jemaine Clement y Yaika Waititi, 2014)
La segunda aportación del país que vio nacer a Peter Jackson nos llega en formato de falso documental. What We Do In The Shadows viene de triunfar en todos los festivales en los que se ha proyectado (pasando por la última edición de Sitges) parodiando los programas tan en boga que siguen el día a día de tatuadores, reparadores de motos o (¡ay…!) cazadores del pantano, pero con el elemento fantástico de seguirle los pasos a un grupo de vampiros de distintas edades (desde los muy jóvenes hasta el viejo de 8000 años) que conviven en una casita y que tienen los típicos problemas de los compañeros de piso mezclados con los propios de su especial condición. Clement y Waititi capturan la esencia de estos documentales y dotan a su cinta de un humor tan desternillante que ha logrado que sea muy difícil que las películas del sábado y el domingo se mantengan al nivel. Aplauso generalizado con los créditos y tras la escena post-créditos, no digo más.
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