El thriller es un género que ha dado grandes obras maestras en la historia del cine, sin embargo también es uno de los géneros que padecen el problema de la repetición, los giros cogidos por pinzas e incluso el agotamiento de la fórmula. Muchas películas se quedan en un intento de igualar a esas obras que tienen en la cabeza, pero cuyo resultado queda lastrado por los clichés. Partiendo de esa premisa, Karyn Kusama, directora de películas tan dispares entre si como La Inviatcion, Jennifer´s Body o Girlfight, crea un thriller canónico con Nicole Kidman como protagonista de Destroyer.
En Destroyer se nos presentan dos momentos de la vida de Erin Bell (Nicole Kidman), un pasado donde trabajaba como policía encubierta en una banda de ladrones y mafiosos y un presente donde vemos un personaje destrozado y lleno de fantasmas por los hechos ocurridos en su pasado. Las secuelas que sufre el personaje le llevarán a volver a ponerse en contacto con las personas de la banda donde se infiltró y poder poner fin a muchos años de dudas y heridas no cerradas.
Respecto a la historia la película funciona, o por lo menos para muchas personas funcionará ya que tiene ese punto de intriga que hace mantener al respetador interesado. Desde el inicio conocemos que el personaje ha sufrido de tal manera que en el presente solo piensa en su pasado, pero no sabemos como ha llegado hasta ahí. Por lo que la tensión y necesidad de conocimiento se mantienen desde el principio. Sin embargo está cualidad se autodestruye por el relato y narrativa de la historia, totalmente lastrada por decisiones de guion y montaje inverosímiles y artificiosas.
Que Nicole Kidman sea lo mejor de la película no sorprende a nadie, sin duda es uno de los papeles más duros de toda su carrera. Es una lastima que no sea suficiente para salvar lo que acaba convirtiéndose en un desastre de planificación, terminando en un clímax insuficiente e incluso sonrojante, por no hablar de la trama secundaria que ahonda en la relación entre la madre y su hija. En cuanto a elementos de fotografía o música tampoco hay nada destacable, todo acaba siendo rutinario y monótono, sin grandes ideas visuales o sonoras.
Karyn Kusama lleva una filmografía un tanto extraña, si bien La Invitación fue un punto alto en su carrera, el resto de sus películas no divisan a una directora con grandes ideas ni forma y Destroyer, desgraciadamente, sigue en esta linea que no hace tener grandes expectativas para lo que podamos ver de esta directora en un futuro.
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