Terrifier 2

Terrifier 2: Art, el amigo de los niños

El terror y concretamente el subgénero slasher buscan un nuevo icono con el que reverdecer viejos laureles. Los «viejos rockeros» lo han intentado con suerte más o menos desigual. Michael Myers reapareció con fuerza, pero su última trilogía fue de más a menos. Leatherface se perdió en el catálogo de Netflix. A otros como Freddy Krueger o Jason Vorhees ni están ni se les espera. Chucky y Gosthface son de los pocos personajes que parecen haber sabido reengancharse. El primero abrazando la televisión y el segundo apoyándose en jóvenes valores de Hollywood como Jenna Ortega.

 

David Howard Thornton

 

Entre la «sangre fresca» tenemos inteligencias artificiales como M3gan, muy del gusto del público actual; o Art el payaso, protagonista de esta incipiente saga -Terrifier- que se enorgullece de su espíritu ochentero y sus formas artesanales. A pesar de jugar en la liga de los slashers, la naturaleza sobrenatural de Art le acerca más a figuras como Pennywise que al serial killer tipo del subgénero. Damien Leone presenta a una encarnación del mal capaz de influir en el subconsciente de sus víctimas y atraerlos a pasajes pesadillescos. El director toma nota de referentes como Freddy Krueger, pero se cuida de marcar las suficientes distancias para que Art luzca con identidad propia.

 

Y lo consigue… a medias. En el fondo da la sensación de que no aspira a mucho más que a homenajear un tipo de películas que han quedado acotadas a un nicho muy concreto. Su provocación no deja de ser parte de un juego cómplice con un público que ya se las sabe todas. Es más, al espectador casual, si «sobrevive» a los excesos de la secuencia de apertura de esta Terrifier 2, le esperan más de dos larguísimas horas de autoindulgencia ante un argumento que no es más que una excusa para que Art se dé un festín de sangre y violencia.

 

Lauren LaVera

 

Hay códigos, sin embargo, que Terrifier es incapaz de saltarse. Cafre y exagerada como es, su sadismo y su terror no pierden nunca la perspectiva; su objetivo es el de divertir. Y cuando el terror quiere ser lúdico y hacer partícipe al espectador hay dos potenciales víctimas intocables: perros y niños. La pulsión homicida con la que Art trata a adultos e incautos adolescentes desaparece por completo cuando interactúa con los más pequeños. Este contraste, además de advertir de las intenciones festivas de su propuesta, sirve para potenciar su sentido del humor.

 

Terrifier 2 apela única y exclusivamente al fanático veterano del slasher más sangriento y para visionados grupales en los que cualquier diálogo absurdo o trampa argumental son celebrados con jolgorio.

 

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