Club Zero

Club Zero: Peligrosa ambigüedad

La doble Palma de Oro Jessica Hausner escribe y dirige Club Zero, ambiguo drama psicológico con tintes de género protagonizado por Mia Wasikowska acerca de los trastornos alimentarios. Ella es una profesora recién llegada a un colegio privado a fin enseñar a un grupo de alumnos los secretos de la alimentación «consciente».

 

Lo que en apariencia son tips y ejercicios para que los alumnos aprendan a comer mejor o consigan objetivos tales como perder peso o mejorar su huella ecológica pronto toma un cariz más ideológico y siniestro. El planteamiento es interesante y pone el foco en temas como la manipulación mental, la presión de grupo, la educación, la frivolidad e hipocresía de clase… ¿Cuál es el problema? Que es una propuesta extremadamente ambigua.

 

Club Zero tiene un tono extraño que juega a confundir las intenciones. ¿Hace apología de los trastornos de la alimentación o crítica desde el sarcasmo a la sociedad que los fomenta? Sobre el papel tenderíamos a pensar que las intenciones van por lo segundo, pero todo tiene una apariencia tan seria, sin ápice de humor alguno, que da pie a la literalidad del discurso. Y eso es peligroso en una sociedad como la nuestra, literal hasta el absurdo y poco reflexiva.

 

Tampoco hay contrapesos en la narración.Todo lo contrario, lo que vemos es una reafirmación a los preceptos defendidos por el personaje de Wasikowska, quien acaba retratada como víctima de una sociedad intolerante y prejuiciosa. Jessica Hausner, o no entiende la ironía o no sabe cómo utilizarla.

 

En un título en el que el mensaje lo es todo, si este no llega o lo hace viciado, no podemos hablar de otra cosa que de película fallida.

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