Carmen Machi encabeza el reparto coral de Tratamos demasiado bien a las mujeres, comedia que evoca el humor absurdo de maestros como José Luis Cuerda o Luis García Berlanga y que supone la carta de presentación de Clara Bilbao, quien debuta como directora de largometraje con esta película.
La historia nos sitúa en la España de 1945, en un pequeño pueblo cerca de la frontera con Francia donde van a parar un grupo de maquis que huyen hacia el país galo. Perdidos y sin mayores recursos, toman la oficina postal del pueblo y se atrincheran ante las autoridades franquistas.
Es en el interior del edificio donde la directora junta al reparto y construye su comedia. Un escenario acotado y manejable, pero que a la postre termina volviéndose limitado. La premisa caduca relativamente pronto y los gags van perdiendo frescura. Y es una pena, porque en el arranque, la película se muestra muy ingeniosa y el ritmo de las réplicas y gags fluye con mucho dinamismo. Pero una vez presentados los personajes y establecidas las dinámicas entre ellos, la acción parece moverse mecánica y los chistes y diálogos se sienten excesivamente marcados y algunas situaciones incluso se repiten; perdiéndose la espontaneidad (la apariencia de la misma) básica para que funcione la comedia.
El punto crítico llega después de que el personaje de Óscar Ladoire lance una bandera al aire (más o menos al llegar al primer tercio de metraje). A partir de ahí sigue habiendo algunos destellos muy simpáticos (Antonio de la Torre tiene un par de ellos), pero el desinterés se hace patente ante una propuesta en la que la ambientación y las caras conocidas pesan más que la propia historia, predecible en sus planteamientos y en la que algunas piezas (como la referente a Luis Tosar) nunca llegan a encajar.
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