«¿Dónde está tu conciencia Victor?«
Lo pensaba en su momento y lo reitero: una de las cosas mágicas que surgieron del Caballero Blanco de Sean Murphy allá por 2018 fue que el autor se sacó de la chistera un nuevo universo con unas relaciones entre los personajes clásicos muy distintas (y a la vez familiares) a lo que estábamos acostumbrados a leer en la cabecera principal del héroe de DC. Y con la llegada de este universo, han tenido que llegar los inevitables spin-offs de la colección. Si ya se está publicando en España la secuela de Batman: Caballero Blanco, en esta ocasión lo que nos trae ECC en formato grapa (y por cuatro euros y medio) es la historia de la vida de Victor Fries / Mr. Freeze, el clásico enemigo de Batman que, imaginamos ya que nos ha sido imposible acceder al cómic, tiene una especial relación con el Hombre Murciélago en Batman: La Maldición del Caballero Blanco.
Murphy da un paso a un lado en esta ocasión y se asocia con Klaus Janson para que sea él quien ponga su arte al servicio de los guiones que nos cuentan la historia de este cómic. Entre los dos nos cuentan una historia sobre familias funcionales y disfuncionales en medio de una de las épocas más oscuras y terribles de la humanidad. Consigue así cada uno reflexionar sobre temas que le tocaban en mayor o menor medida y queda como resultado una historia que, aunque nos deja con algunos destellos que no se entienden del todo sin recurrir a la cabecera central, sí que se lee bien como cómic independiente y centrado en un personaje al que no tenemos por qué necesariamente conocer.
«He oído que los judíos odian el frío…«
Me gusta el enfoque que elige Murphy para las relaciones entre Victor, su padre y Jacob. El autor nos presenta a un chaval normal y corriente sometido a la ira de un hombre entregado a la ciencia, pero también nos muestra al Barón (no hay nombre, tratando de despersonalizarlo) como un hombre que, tras cometer un terrible error, trata de buscar el bien tanto para su hijo como para su antiguo socio y amigo. Y esto nos lleva, de manera tan íntimamente unida que no hay manera de separarlo, a reflexionar sobre lo terrible de una época que hizo que amistades, amores e incluso familias se vieran rotas por la imposición de un pensamiento único y por el miedo de unos pocos a todo lo que sonara a diferente o diverso. Uno no puede leer este cómic sin pensar en todo lo que hemos visto y leído sobre el tema, con películas como La Vida es Bella, La Lista de Schindler o, incluso, la ida de madre Malditos Bastardos.
Actualmente vivimos en una época en la que, aunque la pandemia y el confinamiento han silenciado ligeramente el ruido, las ideologías que llevaron a Europa a su época más triste y a Alemania a un momento de su historia que siempre tratan de olvidar vuelven a pegar fuerte. Antes de que nos encerraran en casa en la Junta de Andalucía andaban unos pidiendo los nombres de los trabajadores contra la violencia de género y se establecía un ‘pin parental’ para que cada familia fuera libre de elegir si quería que a su hijo lo educaran en la igualdad o si preferían criar a catetos descerebrados desde casa. Y se hablaba de desterrar al desfile del Día del Orgullo Gay a la Casa de Campo de Madrid. Y de negar la sanidad a los inmigrantes. Y un largo y terrorífico etcétera. La pandemia pasará, seguro, pero a no ser que lo combatamos con educación y con medidas que se encaminen a cerrar brechas sociales, muchos de estos pensamientos seguirán enraizando. Y la situación que leemos en este cómic, lejos de ser una ficción anclada en el pasado bien podría ser un siniestro vistazo hacia el futuro que nos espera.
Deja un comentario: