La Sirena (2018), La piel fría (2017), Dagon, la secta del mar (2001), La criatura (2001), Humanoides del abismo (1980), La mujer y el monstruo (1954)… sirvan todos estos títulos no solo para recomendar unas cuantas películas de sirenas o criaturas marinas malvadas, sino también para dar cuenta de lo que nos proponen -al menos en su premisa- Scott Snyder y Sean Murphy en El Resurgir, cómic del que ECC edita una edición limitada en blanco y negro para deleite de los seguidores de Murphy (quien ganó el Eisner a mejor dibujante/entintador por esta obra).
«¿Me oyes? Has de ver el mundo tal como es»
El folclore convertido en una pesadillesca realidad. Los autores toman las leyendas sobre sirenas, tritones y otras criaturas marinas similares como punto de partida de un relato que va creciendo y mutando en cada página, pasando de la ciencia ficción oscura a una aventura de corte fantástico en cada una de las dos partes en las que puede dividirse el mismo. Una de las bazas del cómic radica precisamente ahí, en su mutabilidad de géneros, agarrando tan pronto códigos de las aventuras sobre piratería, como metiéndose en contextos más propios del thriller. So bien tal mezcolanza puede abrumar (algún cambio de registro resulta extremadamente abrupto), en su conjunto aporta muchísima variedad y dinamismo a la historia.
Sobre la edición que nos presenta ECC, lo primero que destaca es el cambio de formato respecto a la anterior. Pasamos de un tomo en tapa blanda y tamaño comic-book, a uno en tapa dura con encuadernación holandesa y sensiblemente más grande (del tamaño de otras ediciones deluxe de la editorial). A nivel estético el tomo resulta más resultón -¡qué duda cabe!-, pero debéis saber que la serigrafía o estampado del lomo, es temporal. Al igual que en experiencias como en Batman: Días fríos o Punk Rock Jesus, que apostaron por la misma encuadernación cuando decidieron engalanarse, la identificación de título y autores en el lomo tiende a desaparecer con el tiempo.
Pero lo interesante, la excusa de esta edición, radica en el contenido. Más allá de los escasísimos extras (cambiamos la galería de portadas de la anterior edición por una doble página con tres imágenes), el valor añadido lo pone el lápiz (y tinta) de Sean Murphy. Por el camino perdemos el excelente color de Matt Hollingsworth, pero los seguidores de Murphy tienen ahora la oportunidad de apreciar su trabajo «al desnudo» que permite ver de primera mano su labor con las tintas y el juego que realiza con los claroscuros, aspecto especialmente importante en la primera parte de la obra, más cercana al terror.
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