Solo se me ocurren parabienes a la hora de hablar de Canario Negro y Zatanna: Hechizo de sangre. Desde su faceta más lúdica Paul Dini ha construido una historia en torno a ambas heroínas que tiene todo lo necesario para convencer al lector más exigente y a cualquiera que se acerque al mundo del cómic superheroico de forma eventual.

El guionista nos presenta un relato que aborda la amistad entre ambas heroínas como hilo conductor, para tratar de forma más o menos tangencial temas como la lealtad o la necesidad de confiar en uno mismo y no rendirse. Lo hace, además, desde un enfoque desenfadado, muy deudor del que quizás sea su trabajo más recordado, la serie animada de Batman de los años 90. La acción y el suspense están ahí, pero también la comedia, desde la más física e “infantil” a la más cínica, sutil y de dobles sentidos.

El presente volumen, editado por mucho mimo por la gente de ECC (además de la historia original se incluyen un puñado de bocetos y el guion original en forma de extras), plantea una aventura sencilla pero tremendamente adictiva, en la que nuestras protagonistas tienen que hacer frente a una amenaza de carácter mágico y para la que deben hacer uso de su ingenio. Quitando dos o tres momentos hay poco espacio para que las escenas se resuelvan a base de golpes. Ni Zatanna y Canario Negro tienen capacidades sobrehumanas para la lucha cuerpo a cuerpo (como otros compañeros de la editorial tipo Wonder Woman o Superman), ni tampoco una multiplicidad de gadgets a su disposición (como Batman o Green Lantern y su anillo); así que dada la «limitación» Paul Dini carga las tintas en los diálogos, ágiles, muy concretos (esto es, que no se va por las ramas más de lo necesario) y tremendamente divertidos.

Hechizo de sangre esconde también algunas capas más complejas que aseguran un buen regusto final tras la lectura, tales como la relación de roles en el cómic de superhéroes (ya dejar a Green Arrow como apoyo cómico y presentar un plantel de personajes eminentemente femenino da buena cuenta de las intenciones del autor a este respecto), o el desmadrado negocio del merchandising y las licencias de los propios personajes.

En cuanto a Joe Quinones, resulta tremendamente acertada su adhesión al proyecto. Su trazo casa muy bien con la desenfadada narración del guionista y se encuentra más que agradecido en las escenas en las que prima la comedia.