Nos vamos acercando al irremediable final de la etapa de Mark Waid al frente de las aventuras de Wally West como Flash, aunque aún tendremos tiempo de disfrutar de un puñado de historias antes de que llegue el momento. En esta ocasión la gente de ECC Ediciones ha querido complementar los capítulos de la serie central de Flash con algunas historias del escritor de la Liga de la Justicia, a fin de engordar y darle color al tomo. Esta decisión propicia que Flash: Impulso deje un sabor particular en el lector, que se encuentra con un tomo que aborda una variedad de temas y tonos. El drama que viene acompañando a Wally West desde casi el principio se ve relativizado y deja entrever un posible futuro más optimista (y también más consciente) para el personaje.
La primera parte del tomo recupera algunas historietas escritas por Mark Waid para la cabecera Justice League Quarterly. De carácter muy flexible, la serie (compuesta de 17 entregas aparecidas entre 1990 y 1994) servía para mostrar a los miembros de Liga de la Justicia, todos tenían su momento de gloria y pasábamos de capítulos protagonizados por un solo héroe a tener otros de carácter muy coral, siempre con un tono desenfadado, muy aventurero con un divertido toque pulp que ponían en valor el espíritu de la Liga de la Jusitica. Aquí nos encontramos, como decíamos, con cuatro aventuras narradas por Mark Waid, intrascendentes para la colección de Flash, pero curiosidades que pueden entusiasmar a los más fanáticos y completistas. De ellas quizás nos podríamos quedar con Justice League Quarterly #5, por el contexto que supone para la demoledora Crisis de Identidad.
El resto del tomo recupera el tono y las ambiciones de la colección editada por ECC, siguiendo las andanzas de Wally West como Flash. Los primeros capítulos que nos encontramos enfrentan a Flash con un villano con muy malas pulgas llamado Razer, pero que nada tiene que hacer contra el ingenio de nuestro héroe. Acto seguido le toca hacer equipo con Argus, un superhéroe de métodos más expeditivos que los de Flash y que actúa siempre desde las sombras, al contrario que West, quien disfruta estando bajo los focos. Dos historias más o menos livianas, sin mayor recorrido, pero que anteceden a una interesante aventura en la que el corredor escarlata se encuentra cara a cara con sus limitaciones. ¿Flash puede estar en todas partes? ¿Se le debe exigir estarlo? Mark Waid no termina de explorar en profundidad el escenario y las cuestiones planteadas, pero deja las semillas para el debate.
Sin olvidar estas cuestiones, Wally se embarca a continuación en el último arco incluido en el tomo y del que da buena cuenta el título del mismo: Impulso. Mark Waid aprovecha los capítulos finales para agrandar el universo de Flash con el retorno de Iris Allen y Bart Allen, alias Impulso, que aquí da sus primeros pinitos pero del que ya hemos dado cuenta en etapas posteriores de la colección (como la de Geoff Johns). En estas páginas la aventura toma un tono más frenético que no permite al protagonista mostrarse lo taciturno y quejica que nos tiene acostumbrados, algo que se agradece mucho. Waid, como Flash, tiene tiempo para hacer de todo, y aprovecha para cerrar algunos flecos de tramas anteriores e introducir al personaje en el crossover de turno.
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