«A los ‘muertos’ no nos queda nada que temer«
La etapa de Rick Remender al frente de la franquicia X-Force se ha saldado con un buen puñado de historias fantásticas, con el crecimiento de unos personajes ya carismáticos de por sí y con la recuperación de una de las realidades paralelas más llamativas y populares del universo Marvel. Todos aplaudimos cuando Lobezno y su variopinto grupo se adentraron en el (válgame la expresión) apocalíptico mundo en el que la muerte de Charles Xavier había propiciado la ascensión al poder del mutante Apocalipsis, el cual había causado un genocidio sin igual entre la población humana hasta hallar la muerte a manos del Logan de dicha dimensión. Pero ni ése ni la escena plagada de bombas que muchos recordaréis fue el fin de la historia de esta realidad. La esencia de Apocalipsis anidó en Logan, convirtiéndolo en una máquina de matar enloquecida que respondía al nombre de Arma-X.
X-Force llegó a la Era de Apocalipsis y se fue (entre otras cosas tenían que evitar que Arcángel se convirtiera en un nuevo Apocalipsis) sin producir cambios muy significativos en la estructura de poder de esta dimensión, pero dejando diezmado el equipo de rebeldes opositores al régimen tiránico de Arma-X que tuvieron la mala fortuna de apoyarles. David Lapham recoge el testigo en este punto para mostrarnos la realidad de los pocos mutantes que aún luchan contra el asesino de masas con huesos de adamántium y de los excepcionales humanos que luchan a su lado.
«Ahora que la amenaza humana ha sido destruida habrá grandes celebraciones«
La Era de Apocalipsis supone para el lector medio la oportunidad de ver (una vez más) a sus héroes favoritos intercambiando roles y pasando por villanos mientras que los villanos se ponen la capa de héroes y tratan de salvar el tipo y a la humanidad ya de paso. Para el lector más experimentado el argumento no deja de ser repetitivo (ya hemos leído docenas de What if… y la invasión de los Skrulls nos proporcionó toda una galería de héroes haciendo maldades) y el punto llamativo que podría llamarnos a leer este tomo es que, al tratarse de una realidad alternativa, Lapham nos trata de dejar claro desde el minuto uno que los personajes y sus personalidades siguen siendo los mismos. Así, aunque veamos a Logan destripar a todo cuanto se le ponga a tiro, si lo hace es porque realmente cree que es la única vía de actuación.
Esto nos deja un escenario aterrador con unos personajes vagamente familiares a los que no cuesta mucho coger el ritmo. Tanto la manera de entrar en acción como el estilo narrativo (con actor-narrador en el 70% de la historia) favorecen que nos sumerjamos en los entresijos del argumento. Sin embargo la historia en sí carece del interés suficiente como para engancharnos. Se trata de un universo alternativo y la certeza de que lo que en la Era de Apocalipsis ocurra no tendrá consecuencias en la continuidad general Marvel resta enteros al impacto de los eventos que en esta aventura puedan acontecer. Al final, X-Terminados no pasa de ser un spin-off menor con el que dar rienda suelta a las fantasías locas de Lapham y sus colegas.
«Simplemente, dábamos por hecho que siempre volverían con vida«
La Era de Apocalipsis publicará su segundo (y último) tomo en julio en nuestro país bajo la promesa de giros inesperados y grandes cambios, pero, mientras estos no tengan ninguna repercusión palpable para el lector de a pie, difícil va a ser que sea recordada esta colección. Este es un cómic recomendable sólo para los fans de X-Force que se quedaron con ganas de más y para los nuevos fans de Marvel que aún no conocían este mundo paralelo. Para los demás, queda como una curiosidad que se estrena en un momento clave: En Marvel Now! muchas cosas están comenzando y Apocalipsis se ha «reencarnado» en un joven mutante al que todos conocen como Genesis. No sólo eso, los sucesos de Los Vengadores vs. La Patrulla-X nos han dejado un escenario muy similar al que sirvió como catalizador para la ascensión de Apocalipsis en este cómic. ¿Casualidad? No lo creo.
Panini completa la obra con una mirada al pasado del omnipresente Julián M. Clemente, portadas originales y alternativas y una pequeña galería de bocetos que sirve de adorno más que de aporte.
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