Constantine

Constantine: Ecos de un universo olvidado

Constantine«Ahí es cuando empiezas a ser realmente poderoso«

 

Hace años, cuando el Nuevo Universo DC (NuDC para los amigos) vino a maravillarnos y anonadarnos, seguí fervientemente las andanzas de John Constantine, Zatanna, Deadman y compañía en la Liga de la Justicia Oscura. Fue una etapa muy chula y la disfruté desde el principio y casi hasta su fin. Porque, como todo en esta vida tiene final, terminó y no lo hizo de la mejor de las maneras. Con Zatanna como lideresa, pero sin la garra y la diversión que nos aseguraba la presencia de cierto mago británico sin moral ni apenas pulmones. A la vez que ECC publicaba esta serie, también puso en el mercado una en la que el bueno de John era el protagonista absoluto, una que escribirían a pachas Ray Fawkes y Jeff Lemire y que ahora la editorial recopila en un único tomo digno de los lectores de cómics más mazados (más de 450 páginas y tapa dura no se sostienen así como así).

 

Tenía muchas ganas de hincarle el diente a esta colección, puesto que siempre hubo cosas que apenas sí percibí por el rabillo del ojo de lo que estaba pasando con Constantine más allá de sus andanzas con la Liga. Sobre todo aquel tema con la secta de la Llama Fría que me golpeó en la cara cuando las series se cruzaron con motivo de la Guerra de la Trinidad y de camino a Maldad Eterna. Leí por aquel entonces un par de números de esta serie y me quedé con las ganas de conocer más profundamente por dónde había decidido discurrir. Buena suerte es que ECC la recopile (mala que falten de ella los números en los que se cruzó con los eventos deceítas de aquella época), pero el sentimiento que tengo tras enfrentarme a su lectura no podía ser más agridulce.

 

«¿Te atreverías a convocar a un dios para juzgarme a mí, degenerado?«

 

Por un lado Lemire y Fawkes no decepcionan. Ambos le han tomado bien la medida al mago y además se las ingenian para que no resulte demasiado obvio el salto de las tramas escritas por uno a las que son responsabilidad del otro. Esta serie de Constantine se puede resumir en que es una carrera. De nuestro protagonista contra algunos de los magos más poderosos de la creación, empeñados en hacerse con el control de toda la magia, acabando con las vidas de todo mago, bruja o hechicero que se encuentren por el camino. De John contra sus propios vicios y de Constantine contra la parca, que le acecha tras cada esquina y a la vuelta de cada mala decisión de las muchas que ha tomado a lo largo de su complicada vida. Este vaivén, estas victorias encerradas dentro de cada fracaso son pura esencia de Hellblazer y hacen que la lectura de este cómic sea muy divertida.

 

Constantine

Constantine

 

Pero luego está la otra cara de la moneda. En un determinado punto nuestro protagonista viaja más allá de los confines de nuestro universo y esto, que en un principio hace que la serie se embarque en una nueva e interesante aventura, termina dejando el tomo (y la colección) en un incómodo punto y seguido que nunca jamás se llegó a relatar como la historia merecía. ¿Qué pasó con la secta? ¿Era necesario este tijeretazo? No y rotundamente no. DC sacó a Constantine de Vertigo para convertirlo en un héroe más y olvidó por el camino que es en la fina línea que separa al mainstream del underground donde mejor se mueve este deslenguado mago británico. Al no lograr sacar de él unos beneficios comparables a los de los tíos en mallas, la editorial canceló su serie y la relanzó bajo la batuta de Ming Doyle. Esta nueva colección (muy digna, por cierto) simplemente obvió todo lo que había ocurrido hasta entonces y ello sólo logró que la gente se desenganchara aún más del personaje (spoiler, esta serie tampoco tendría un largo recorrido).

 

Entenderéis ahora mis sensaciones. Por 42 euros, ECC pone en el mercado una serie incompleta e inacabada que tiene grandes momentos, pero que se desdibuja del todo en su recta final.

Acerca de RJ Prous

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En la soledad de mi beca Séneca en Zaragoza aprendí a amar el cine mierder. Volví a Madrid para deambular por millones de salas y pases de películas para finalmente acabar trabajando con aviones. Amante del cine y de sus butacas, también leo muchos cómics y, a veces, hasta sé de lo que hablo.

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