Después de las buenas sensaciones que nos dejó Geoff Johns al frente de la colección del velocista escarlata y con los efectos de Flashpoint aún resonando, Francis Manapul y Brian Buccellato tienen la difícil misión de -al menos- mantener el nivel demostrado por uno de los mandamases de la editorial. ¿Lo consiguen? Así, así. Su acercamiento al personaje promete, pero deben pulir algunos aspectos.
Con el desenlace de Flashpoint, buena parte de las colecciones del universo DC hicieron un reseteo (algunas como Batman o Green Lantern se mantuvieron prácticamente al margen de dichos acontecimientos, manteniendo su statu quo, aunque aceptando mínimas modificaciones), como por ejemplo Flash. Para rizar más el rizo, muchas de dichas series arrancaron in media res, con los héroes convertidos en tales desde hacía cinco años. De forma tal que nos ahorramos arrancar con el manido relato de orígenes -lo que no quita que se pueda contar más adelante- y nos metemos ya en todo el meollo.
Este tomo recopila los ocho primeros números de la colección de Flash ambientada en el nuDC, con un primer arco argumental en el que se nos presenta al Capitán Frío (uno de sus archienemigos más notorios gracias a la adaptación televisiva protagonizada por Grant Gustin), así como otros dos personajes que prometen dar mucha guerra en el futuro. Manapul y Buccellato realizan un trabajo encomiable al guion, logrando concebir una historia altamente accesible para todo aquel que se acerque por primera vez al personaje. E igual de atractiva para quienes ya tengan nociones sobre el personaje. Protagonistas y situaciones muy reconocibles, sin tomar riesgos excesivos, pero mostrando ambición en la historia, y con un sentido del ritmo y de la acción muy marcado, donde el drama no oscurece la aventura. Como punto de arranque pues, resulta perfecto.
Las pegas vienen dadas por la ejecución de algunas ideas. En el momento en que la pareja de guionistas tiene que lidiar con explicar conceptos como la Fuerza de la Velocidad se meten en terrenos farragosos, sueltan un montón de palabrería que solo consigue confundir al lector, que al final solo puede asentir y dar por válido lo que le cuentan, aunque no le quede claro. En este sentido los autores no han estado finos, les cuesta concretar, yéndose fácilmente por las ramas, dando lugar así a explicaciones vacías o nada convincentes -cuando no infructuosas. Sucede algo similar con algunos -puntuales- acontecimientos, no están justificados, suceden y ya.
Por lo demás, la historia funciona bastante bien, apoyada muy bien por el dibujo del propio Manapul, que se permite jugar y experimentar con la composición en no pocas ocasiones, y casi siempre con un claro sentido narrativo -ya sea para ilustrar los poderes de Flash o representar diferentes realidades. El arte es uno de los principales reclamos de esta colección, por lo que resulta muy agradecido la inclusión de bocetos, story-boards y páginas originales a modo de extras, al final del volumen.
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