«Déjame echarme yo mismo la flecha al cuello«
Tal y como ocurrió con el tomo de Nightwing del que os hablé hace un par de días, hoy nos encontramos con un número de Green Arrow que, aprovechando Noches Oscuras: Metal y la posterior Sin Justicia, echa el cierre sobre una etapa y da la bienvenida a la siguiente. Y curiosamente también tenemos implicados a Jackson Lanzing y Collin Kelly en las historias cortas escritas para cubrir el hueco antes de la renumeración, reseteo o lo que demonios tenga en mente DC. Así, ECC mete en Green Arrow #11 el último número de la etapa de Benjamin Percy (de una manera tramposa, para que alguna de las cosas de este número pueda servir de gancho para los no completistas) junto con una historia a dos capítulos de la pareja creativa y un último capítulo que enlaza directamente con el crossover a cuatro números cuya última entrega sigue sin ver la luz en nuestro país.
Lo malo de esta estrategia editorial es que el precioso capítulo final de Percy y Juan Ferreyra (la madre que le trujo, ¡qué dibujazo gasta el chaval!) pierde algo de fuerza al no leerse junto al resto de la historia y con la periodicidad que se le supone. Aún así, resulta fantástico ver cómo el guionista cierra dos años de maravillosas tramas en un juicio que le permite a Oliver Queen dar su esperado discurso de héroe y que le da la ocasión al autor de traer de vuelta a todos los aliados que ha ido granjeándose su carismático protagonista a lo largo de todo este tiempo. Es un regreso al statu quo, pero el Green Arrow que emerge de esta etapa no es el mismo con el que nos encontramos cuando dio comienzo Renacimiento y, recoja quien recoja el guante de esta serie a continuación, hará bien en tomar esto en consideración si no quiere echar a perder estos años de continuo crecimiento y evolución.
«Tú necesitas poder mirarte al espejo cuando dejes este lugar«
Lanzing y Kelly, al igual que hicieran en la serie de Dick Grayson, nos dejan con una historia muy digna en la que Oliver viaja a un país desolado tras el paso de Deathstroke (y la estancia testimonial de la Liga de la Justicia de Priest) en su interminable intento por compensar todo el bien que no hizo cuando no era más que un niño bien y todo el mal que ha ocurrido cada vez que ha fallado como héroe. Los guionistas, con el apoyo pictórico de Marcio Takara, nos planta una historia que viene a dejar claro que la mayor parte de las veces hace falta que sea la propia gente la que ponga los medios para salvarse en lugar de esperar a que un héroe les saque del apuro. La cosa es que este mensaje funciona y resuena tan bien con lo que ha ido escribiendo Percy que casi podría pasar por un capítulo suyo. Y yo vuelvo a preguntarme, ¿por qué no dejar que el guionista escribiera tres miserables capítulos más?
Máxime cuando se avecinan nubes de tormenta (traducidas en una nueva época de baile en la silla de guionizar) que poco o nada parecen casar con el nuevo grado de importancia que parece haberle dado DC al personaje con su papel en Sin Justicia y su posterior epílogo, también parte de este mismo cómic, que convierte a Queen en una de las personas con más poder del universo deceíta. La colección, además, pasa en nuestro país a tener una cadencia trimestral, lo cual no deja de ser un signo preocupante (menos tomos y algo más gruesos para compensar unas ventas bajas… ¿presentes o previstas?). Casi habría merecido más la pena poder cerrar la trama de Percy como se merecía en lugar de hacernos caer en un tomo que no aporta más que algunas historias entretenidas, pero que no buscan sino hacer tiempo de cara a la siguiente etapa de la editorial norteamericana.
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