«Si sobrevivo a esto me casaré contigo«
Seguimos para bingo con la serie de Hiroshi Takashige y Double-S en ECC. Con los dos tomos que tenemos hoy en nuestras manos alcanzamos la decena de ellos publicados, nos acercamos un poco más al final de la serie y cerramos la saga de las peleas de instituto que nos ha mantenido entretenidos durante los últimos meses. Hasta que la Muerte nos Separe sigue fiel a su estilo, con sus fortalezas y sus debilidades (recordemos, que nunca está de más) que este no es un cómic para leer con la concepción occidental de igualdad que ya tenemos asumida. Este es un cómic japonés y es un cómic muy anterior a que el fenómeno #MeToo comenzara a internacionalizar definitivamente la lacra del machismo. Aquí nos vamos a encontrar a un personaje lanzando una larga diatriba de por qué las mujeres ‘no pertenecen’ al mundo de los asesinos en el que se mueven los protagonistas y también vamos a ver claras secuencias de fan service en busca del aplauso fácil del lector adolescente, pero sobre todo, se nos va a recordar a lo largo de estos dos tomos el fundamento de toda esta historia: una adolescente que declara ir a casarse con un hombre adulto. Estas cosas sólo podían pasar en Japón…
Dicho todo esto, la saga del instituto se traslada en Hasta que la Muerte nos Separe #9 a un almacén. Era lógico, ya que la interesante y entretenida idea de las peleas entre clase y clase que nos propusieron en el tomo anterior no podía durar eternamente (en algún momento se escucharía el sonido de algún disparo… o de los habituales destrozos que ocasionan los protagonistas de esta serie al medirse). En estos tomos, con la libertad que otorga un escenario en el que todos pueden desplegar sus habilidades y sus ansias de destrucción, somos testigos de la gran batalla final que esperábamos y de los enfrentamientos que se nos venían prometiendo desde dos tomos atrás. Es el momento para que Mamoru vuelva a lucirse, pero también lo es para que hagan lo propio Jesús y la Égida, los dos personajes invitados a esta colección desde sendas series inéditas en España. Y, por supuesto, también es este el escenario perfecto para que los tres luchen entre sí. Porque Takashige no renuncia a ofrecernos ABSOLUTAMENTE todo lo que querríamos leer… Al menos la justificación de la pelea entre los tres ‘héroes’ tiene sentido y la batalla en sí no es tan larga como para que resulte engorrosa.
«Lo mataré cruelmente en el acto, sin piedad ni contemplaciones«
De esta trama emerge la que parece que va a ser la justificación de la historia final del manga y lo cierto es que me ha gustado. Desde un primer momento dudé de cómo pretendía el autor alargar la trama de Haruka y de sus perseguidores hasta el fin de la serie, pero la verdad es que la historia está bien hilada y la clásica cadena de subjefes hasta llegar al malo final está funcionando mejor de lo que pensaba, con una trama que mezcla las mafias con los gobiernos corruptos de pequeños países inventados y con una historia de familias disfuncionales y relaciones podridas de por medio. Cada uno de los protagonistas de este seinen tiene su propia historia (en Hasta que la Muerte nos Separe #10 asistimos a la de Igawa), pero tan importante como ellas era la de los villanos a los que se enfrentan y en estos dos números me queda por fin claro que no había nada de improvisación a este respecto por parte de los autores. Se vislumbra un final para la trama y éste será un cierre que, a no ser que se pifie mucho la narración, será satisfactorio para quienes hayamos llegado hasta ese punto del argumento.
En cuanto al ritmo, hay una clara bajada del mismo tras el fin del arco argumental del que hemos hablado en los párrafos anteriores. Tras el préstamo de Jesús y la Égida, el autor cede a Mamoru a otras colecciones y lo justifica con un capítulo un tanto insulso. El tomo se ve además complementado por una pelea que pone fin (de una vez por todas) al personaje de Turus y por la antes mencionada nueva trama (autoconclusiva en este mismo tomo) acerca del pasado del compañero informático de nuestro espadachín ciego. Entre medias se van colocando las piezas para la gran historia final que rematará la historia de la improbable pareja del impedido samurai y la estudiante precognitiva.
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