«Hemos bendecido a muchos en muy poco tiempo«
Sensaciones encontradas es lo que me produce esta nueva terna de capítulos de la Liga de la Justicia de América. Mientras que Bryan Hitch sigue construyendo un relato de corte clásico y muy entretenido, DC decide caer en la más rastrera autopromoción al consagrar el quinto número de la colección a algo que (en principio) no la concierne y que no hace más que soltar un paréntesis innecesario en una por lo demás interesante saga inaugural.
Centrándonos en lo bueno, el velo de bondad y promesas de Rao comienza a desgarrarse a partir del cuarto número de la colección (tampoco es que le haya durado mucho), aunque todavía quedan por descubrir los motivos que mueven a este kriptoniano a deshacerse en regalos para la humanidad a cambio de su absoluta devoción. Para llegar a este conocimiento tendremos, al parecer, que seguir los pasos de Hal Jordan en un Krypton de hace eras que comienza a descubrir el poder del antiguo dios de los ancestros de Kal-El.
«Nos parecemos en muchos sentidos«
Me mola. Me gusta bastante la manera en que Hitch maneja un grupo más o menos grande de personajes, otorgando a cada uno su grado justo de protagonismo. Cualquiera diría que, con Rao de por medio, Superman habría de ser el héroe indiscutible de la historia. Como mucho nos imaginábamos un protagonismo compartido con Batman en ese papel suyo tan típico del escéptico. Sin embargo nada más lejos de la realidad. Green Lantern investiga el pasado mientras Batman, Superman y Cíborg hacen lo propio en el presente, Flash se encuentra de pronto en el centro de la que puede ser la solución y, por último, Aquaman y Wonder Woman han de hacer frente a la amenaza desde sus respectivos reinos. La historia se divide así en cuatro subtramas que tarde o temprano confluirán y que nos mantienen muy atentos a sus evoluciones.
Entre medias, como decía antes, tenemos un JLA – Liga de la Justicia de América #5 que se desvía por la tangente y nos cuenta la historia del Detective Marciano de cara a presentar la serie de la que el personaje disfruta en Estados Unidos y que aquí, de momento, no tiene fecha confirmada de salida. Siempre me ha parecido rastrera a más no poder la estrategia de vender un número de otra colección bajo la numeración de otra que se venda bien para obligar a los ‘completistas’ a comprárselo y, ya puestos, ver si se enganchan. Es una trampa en la que seguimos cayendo y en la que ECC podría decirse que ha participado de un modo indirecto (si bien podría haberse ahorrado el número lo cierto es que ya ha pagado por sus derechos, así que, ¿por qué no editarlo?). Vosotros mismos sabréis si os merece la pena o no gastaros los casi dos eurillos que cuesta el cómic con tal de haceros con la colección completa.
JLA funciona de forma independiente al resto de colecciones de la editorial y, de momento, eso es una de sus grandes fortalezas: no se debe a nada ni a nadie, ninguna trama anterior la afecta ni ha de lidiar con un Batman robótico o un Superman sin poderes. Bryan Hitch nos ofrece a la Liga de la Justicia clásica en todo su esplendor para nuestro goce personal. Su colección, que me recuerda en cierto modo a la Justicia de Alex Ross, puede ser una de las grandes joyas que nos guarde la DC de esta década.
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