«Me parece que el objetivo de la vida es ser feliz«

He necesitado una segunda lectura de los tres números que nos ocupan hoy de la Young Justice de Brian Michael Bendis que publica actualmente ECC en nuestro país para terminar de asimilar del todo lo que en ellos se desarrolla. No tanto por lo caótico de su narrativa (que algo hay de eso) como por la cantidad de cosas que el gran fichaje de DC trata de contar a la vez. Sin embargo, pese al caos resultante, resulta agradable leer acerca de este grupo de héroes adolescentes (o casi, que Superboy ya no lo es tanto). Hay un buen rollo entre ellos que no me dio tiempo a detectar en los Titanes del Renacido Flash (ni mucho menos en los Jóvenes Titanes del desagradable Damian Wayne) y resulta muy divertido verlos relacionarse entre ellos y con los adultos que les rodean, con el descaro que da la adolescencia y con la certeza, siempre, de estar luchando por lo que es correcto, aunque los grises que sólo comenzamos a atisbar cuando crecemos les digan lo contrario.

Si los dos primeros números de la colección servían para presentarnos a la mayor parte de los personajes, los tres que nos ocupan hoy (con la salvedad de la llegada de Conner Kent) nos meten ya en harina dentro de la trama que se está desarrollando en Mundogema. Algo está destruyendo la dimensión en la que habita Amatista y sus habitantes parecen más ocupados en guerrear entre ellos y seguir ciegamente los dictados de Lord Ópalo que en investigar el motivo tras esta decadencia cada vez más evidente. Por suerte para este universo, nuestros héroes se han colado en él siguiendo la estela de los lacayos de Ópalo que viajaron a la Tierra en busca de una lucha contra Superman.

«Creo que debemos ir a impedir algún delito«

Se atisba también en la colección de Bendis un interés por su supervivencia. Me explico: aunque la aventura en Mundogema es muy divertida, no deja de ser una historia que bien podría dar para una miniserie como otras tantas hemos leído en los últimos años (este es el espíritu que le veo, por ejemplo, a los Salvajes Vengadores de Gerry Duggan). Críos se juntan. Críos salvan un universo agonizante. Críos se van cada uno a sus cosas de nuevo. En lugar de ello, el guionista está dejando caer aquí y allá multitud de cabos sueltos que han de investigar nuestros protagonistas. ¿De dónde vienen los recuerdos de Robin? ¿Cómo se ha producido realmente el regreso de Impulso? ¿Qué clase de ayuda buscaba Jinny Hex en Metrópolis? Y, por encima de todo ello, ¿qué es eso de las Siete Crisis que da título a la saga? Bendis quiere que Young Justice tenga recorrido y la mejor manera de asegurárselo es preparando lo que está por venir con tanta antelación como la que da el primer número de la colección.

Young Justice #4

Pero lo que de verdad hace que uno quiera seguir leyendo esta serie es, sin duda alguna, la estupenda química entre sus personajes. Volviendo al ejemplo de la Casa de las Ideas, es más que obvio que los personajes que se han juntado para esa historia a duras penas podrían compartir una serie de largo recorrido (aunque los Imposibles X-Force de Rick Remender ya me demostraron que me puedo equivocar en el pasado), pero hay cariño entre los personajes que dan forma a este grupo y eso ayuda a que uno quiera no sólo leer sobre ellos, sino incluso pertenecer a la ‘familia’ que forman entre todos.

A Young Justice sólo le hace falta un poco de estabilidad en el apartado gráfico (ya veremos qué pasa con el éxodo de artistas amigos de Bendis de Marvel a DC) y algo más de recorrido para convertirse en una de las imprescindibles de el año que está por empezar.