«Y, ahora, ¿cómo van a confiar en sí mismos?«
Último tomo de… ¡ESPERA! ¿CÓMO QUE ÚLTIMO TOMO? ¡NO ME PUEDES HACER ESTO MARVEL! (…)
Vale, ya estoy más calmado. Triste, pero más calmado. Runaways alcanza el número cien de Legacy (la numeración que tiene en cuenta sus múltiples iteraciones en la Casa de las Ideas) y Marvel decide echar el cierre de la que, hasta hoy (y con el permiso de unos Campeones con los que nunca llegué a casarme) era la mejor serie de la editorial sobre personajes adolescentes y jóvenes adultos (suena mejor el young-adult americano, pero en fin…) que se estaba publicando. Como dije antes, no logré conectar con Campeones, Nuevos Mutantes… está siendo un desastre y, aparte de ellas, ya sólo nos quedan las series individuales de gente como Kamala Khan o Miles Morales.
Con todo (y esto también lo comenté en otras reseñas) considero todo un regalo haber llegado hasta aquí con la serie de Rainbow Rowell. Runaways ha sido una montaña rusa de emociones, un baile frenético en el que el desastre siempre estaba a dos segundos de llevarse a todos los personajes por delante. Y, sin embargo, ahí seguían los protagonistas. Apoyándose los unos en los otros, aprendiendo a vivir, equivocándose mil veces para luego acertar de lleno en lo que es verdaderamente importante. Ésta ha sido una serie sobre unos personajes que huían de sus familias… para convertirse ellos mismos en una maravillosa familia en la que todos han ejercido tanto de padres como de hijos en algún momento.
«No quiero tener una nueva vida sin ti… ¿Lo entiendes?«
Confieso que he cogido cada uno de los cinco tomos que siguieron al primero con el mismo miedo. Miedo a que se rompiera el hechizo, se acabara la magia, y la historia me aburriese. Y con todos, con los seis tomos de esta maravillosa colección, he terminado devorando cada una de sus páginas. Los Runaways de Rowell (y Kris Anka, y Andrés Genolet [en este número] y… ¡hasta Adrian Alphona [co-creador de la cabecera junto a Brian K. Vaughan allá por 2003] en el número final!) han funcionado de una manera apabullantemente regular, regalándonos una historia que no era tal. Sin una gran trama central, pero con muchas pequeñas tramas a las que engancharse y de las que disfrutar.
El precioso romance entre Nico Minoru (para mí, uno de los personajes que mejor se han revalorizado tras la serie) y Karolina Dean, los dilemas de Gert, la testaruda inocencia de Molly… Cada una de las fibras que han compuesto el hermoso tapiz que es esta colección ha brillado con luz propia y, ahora que la colección se despide, sólo puedo rezar para que sean ciertos los rumores de un regreso (a la sombra del evento marvelita Timeless, que volverá a poner de moda a Kang el Conquistador tras la serie de Disney+ sobre Loki) de parte de estos personajes en la que será la tercera iteración de una de mis series preferidas de esta editorial: Los Jóvenes Vengadores.
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