Hulka

Hulka. Todo o nada: Jennifer de corazón

HulkaSi algo nos ha quedado claro después de disfrutar del quinto -y último- volumen de la Hulka de Rainbow Rowell es que el formato importa -mucho- y que esta serie ganará enteros en una futura edición integral. Parte de la experiencia de las publicaciones seriadas radica en las expectativas y especulaciones que surgen en el lapso de tiempo entre número y número. Pasa con los productos televisivos y pasa con los cómics. Los bajones de ritmo o la aparente falta de rumbo penalizan mucho más. Pero también se potencian más las escenas y momentos impactantes, generando conversación e interés de cara al siguiente capítulo.

 

«¿Aún puedo besarte?«

 

Y si en la edición española (tomos que recopilan cinco números USA) lo hemos notado (valga nuestro artículo acerca del cuarto libro), entendemos que este ha sido uno de los posibles motivos del cierre prematuro de la colección, publicada en formato de grapa mensual en el mercado anglosajón. Sin desdecirnos de la opinión vertida sobre Jensacional, sí que conviene ponerla en contexto, porque los problemas estaban ahí, pero la perspectiva de una lectura completa suaviza las impresiones negativas.

 

Porque sí, hubo un momento en el que daba la sensación de que la guionista no tenía del todo claro hacia donde tirar con según qué situaciones (la más llamativa era la de la relación entre Sota de Corazones y Hulka), pero en este último volumen -quizás sabiendo ya que la serie tenía fecha de caducidad y debía cerrar las tramas- consigue encauzar bastante bien muchos de los frentes abiertos.

 

Hulka

 

Algún que otro hilo queda irremediablemente perdido y salvo que llegue alguna pluma obsesionada con la continuidad y con conectarlo todo (Dan Slott o Al Ewing son ejemplo prototípico), dichos hilos jamás serán recuperados. Pero siendo honestos, no son grandes pérdidas cuando ni siquiera Rowell ha considerado darles más atención. También es cierto que tenía dramas más importantes que solventar en apenas cinco números. Y sobre ellos es sobre los que se vehícula este último tomo.

 

Ya hemos citado la relación entre Jennifer y Jack, centro absoluto (con permiso de los Vengadores) de esta recta final. Rowell se arma con algunos giros dignos del mejor culebrón, pero nos conduce a la resolución esperada por todos. Y lo mismo sucede con la propuesta hecha por Carol Danvers en el tomo anterior. Si algo define a esta etapa de la amazona esmeralda es que sus intenciones siempre han sido cristalinas. La autora estableció un tono a medio camino entre la adaptación televisiva y la breve fase de Soule y Pulido, con una mirada optimista y divertida, y nunca se ha salido de la línea marcada.

 

Es difícil saber en que puesto pondrá el tiempo a esta etapa respecto al resto de obras que han tenido a Jen como estrella, pero es innegable el corazón y sello que le han puesto Rowell y su equipo de dibujantes (con Andrés Genolet a la cabeza, con quien ya trabajó estrechamente en Runaways) a un cómic sin pretensiones revolucionarias y que apetecerá releer de cuando en cuando.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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