La línea que separa a las ficciones televisivas de las cinematográficas es cada vez más tenue. Ya no sólo hablamos de presupuesto (cada episodio de Juego de Tronos ronda los diez millones de dólares de presupuesto, lo que los convierte por separado en pequeñas producciones hollywoodienses y, en el cómputo global de cada temporada, en algo cercano a las actuales películas de superhéroes), sino que nos movemos hacia todo lo que estas enormes inversiones llevan aparejado: Westworld y la anteriormente citada adaptación de las novelas de George R. R. Martin cuentan con músicas de Ramin Djawadi, cuyos anteriores trabajos los hemos de buscar en el mundo de lo marvelita (Iron Man) o de lo mitológico (Furia de Titanes). El apellido Nolan también resuena en la producción que adapta la novela de Michael Crichton y muchos directores y guionistas en boga se apresuran a firmar su participación en capítulos sueltos o temporadas completas de las series de moda.
El último salto entre universos, el de los actores (ese lejano Olimpo), comienza a darse ahora con la aparición de viejas glorias como Anthony Hopkins o Ed Harris en la ficción del oeste o con el reparto estelar de la serie que nos ocupa hoy. En Big Little Lies tenemos en primera plana a Shailene Woodley (serie Divergente), Reese Witherspoon (En la Cuerda Floja) y la incombustible y siempre magnífica Nicole Kidman (¿en serio hace falta mencionar alguno de sus papeles?) como las madres de una serie de retoños en un barrio acaudalado en la costa estadounidense. Poco más sabemos de la trama de esta nueva serie de la HBO (salvo que alguien muere y que se desconoce al asesino/a), pero queda muy claro desde el primer momento que el canal de cable norteamericano, que recientemente ha desembarcado en nuestro país, vuelve a apostar fuerte y a cruzar de nuevo la línea entre lo televisivo y lo cinematográfico con esta nueva producción que, por cierto, se estrenó en España con apenas un día de diferencia con los Estados Unidos.
En la dirección de cada uno de los siete capítulos que conformarán esta primera temporada (¿de varias?) nos encontramos a Jean-Marc Vallée, responsable de, entre otras, la interesantísima y multipremiada Dallas Buyers Club (¿qué os decía sobre líneas tenues?). El director se apoya en unos guiones que le proporciona David E. Kelley, un auténtico mastodonte de las ficciones televisivas (de su cabeza han salido Ally McBeal y Boston Legal), que también sirve para ayudar a que todo este aroma a celuloide se asiente en los cincuenta minutos de cada capítulo, con las subidas y bajadas de ritmo que esto requiere y con otros muchos trucos de la ‘caja tonta’ con los que, al parecer, Hollywood nunca había contado en serio.
Del visionado del primer capítulo de Big Little Lies sacamos unas cuantas conclusiones. La primera me ha llevado unos cuantos párrafos, pero el resto se resumen de una manera más sencilla. Por un lado tenemos a un grupo de mujeres de carácter fuerte (aunque firmemente ancladas a los clichés de la sociedad estadounidense) que luchan por imponerse en una comunidad cerrada a través de sus hijos y de diversas ostentaciones de poder y lujo. esto me recuerda (a veces vagamente y otras con intensidad) a la ya extinta, y por un tiempo insigne, Mujeres Desesperadas. Por el otro, entre Kelley y Vallée ha ideado una original forma de dar vida a la trama. El asesinato, del que nada sabemos salvo que ocurrirá en algún momento e la trama, se nos narra a través de las declaraciones de la policía que aún están por venir y de los interrogatorios a los testigos que aún han de producirse. Estos pequeños clips se insertan en una historia que parte del primer día de colegio para los hijos de las protagonistas tras las vacaciones estivales.
Contribuyen a este drama costumbrista los papeles de los maridos, novios y compañeros de nuestras heroínas, pero quedan brutalmente desplazados por la presencia y el carácter que emanan las tres estrellas en esta primera entrega (esta semana llega el segundo capítulo). Aunque nada ocurre en el episodio ‘piloto’ (no existe esta acepción en las series de HBO y similares), cada pequeño detalle de sus tres actrices principales cuenta y más nos valdría prestar atención a lo que los silencios de Kidman esconden, las tensiones que mantienen la vida del personaje de Witherspoon y la oscuridad que parece manar de Jane Chapman, la mujer a la que da vida Woodley.
No podemos cerrar sin mencionar que la ficción se basa en la novela homónima de la escritora australiana Liane Moriarty (¡Moriarty!) y que se convirtió inmediatamente en un best-seller en medio mundo. HBO no arriesga más de lo que es necesario para triunfar y vuelve a jugar con una moneda ganadora en el ámbito de las series en su Edad de Oro. Big Little Lies ya se ha estrenado en España como lo haría una gran película norteamericana (hasta tiene anuncios en las marquesinas). Ahora sólo queda por ver si es capaz de generar el mismo nivel de beneficios en sus creadores y distribuidores.
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