Una panorámica nos muestra Hell’s Kitchen en las alturas. En cierto punto en el plano se cuela un cuerno y un casco. A su vez, la información meteorológica. Rápidamente pasamos a una persecución a pie. Unos hombres encapuchados corren con maletines en las manos, perseguidos por policías. En cierto punto uno a uno van cayendo misteriosamente. Daredevil comienza su segunda temporada tal y como terminó la primera, con nuestro héroe enmascarado velando por la seguridad de Hell’s Kitchen. A simple vista, parece que poco ha cambiado respecto a lo que pudimos ver en la primera temporada, pero la cosa cambia al cuarto de hora de capítulo. Un edificio es testigo de una reunión de mafias, y ahora que Wilson Fisk no está, es hora de que otros ocupen su lugar. Pero tal cosa no pasará. Un tiroteo destroza el edificio. Así se presenta, sin ser visto, Punisher.
La segunda temporada de Daredevil mantiene el nivel de la primera temporada respecto a guion, a violencia y a desarrollo de personajes. Pero hay una cosa que tiene que conseguir: subir un peldaño más en calidad. Y esta segunda temporada lo consigue por dos motivos. El primero es por la madurez que demuestran los guiones, donde el principal enemigo de nuestros protagonistas son ellos mismos y sus motivaciones. El segundo es la introducción de Frank Castle o, mejor dicho, The Punisher.
Siendo sincero, The Punisher es el Castigador que nos merecíamos desde hace mucho tiempo. Su presentación es única ya que no le vamos a él, sino sus actos. Un tiroteo sanguinario y cuando acaba el silencio, la cámara se aleja lentamente del escenario del crimen y el desprendimiento de un cristal termina la presentación. Después, el eco de un hombre sin escrúpulos recorre todo el capítulo, hasta ese final en donde vamos viendo, nunca de forma completa a The Punisher, andando por un hospital y mostrándonos únicamente partes de su cuerpo.
“Estás a una mala noche de ser yo”. Esta frase, que se ha visto en los diferentes tráilers, tiene más significado del que se cree cuando se dice en el contexto en el que se dice, cuando The Punisher tiene a Daredevil ante las cuerdas y pone en entredicho sus principios morales. Y aquí, en el tercer capítulo los principios de nuestros “héroes” se ponen en entredicho ¿Quién tiene razón? ¿Quién hace mayor bien a la sociedad? Los diálogos entre The Punisher y Daredevil nos dan más información sobre todos ellos que verlos en acción. Y eso también es de agradecer a Jon Bernthal, que ha conseguido ser el Punisher que todos esperábamos ver. Es misterioso, violento y sólo busca su venganza. Cuando aparece en pantalla el miedo se apodera de ti, y sabes que algo va a pasar. Pasados los capítulos va evolucionando su historia y al final nos posicionamos de su lado, aunque eso sea acabar con nuestros principios.
Como llevo diciendo a lo largo del artículo, la evolución moral de nuestros personajes es también uno de los grandes aciertos de la temporada. Todos ellos, desde Foggy hasta Page, han cambiado. Ya no son esos inocentes personajes que vimos en la primera temporada y su peso en la trama ha crecido mucho. Todos tienen sus momentos. Foggy sigue siendo ese abogado modélico que quiere conseguirlo todo y que lucha contra viento y marea para que Matt deje de lado su vida como justiciero enmascarado. Y eso le perjudicará en más de una ocasión. Page por su lado se ha convertido en una socia más del bufete de abogados. Y será pieza clave en esta segunda temporada en el tema de The Punisher. También por ser una pieza clave para Matt, pues su relación irá más allá de lo profesional, algo que hará que todo se tuerza en más de una ocasión. Y eso hará en muchas ocasiones que Matt se piense dos veces convertirse en Daredevil.
Pero aquí llega un punto que me ha parecido algo flojo, Elektra. La aparición de Elektra se produce en el momento más importante de la temporada y su llegada únicamente son malas noticias. Y lo cierto que el cliffhanger con el que aparece Elektra está bien y sus flashbacks para contar su historia con Matt dan buena información, pero veo muy precipitadas sus apariciones, forzadas, que no tienen mucho que ver con la trama principal de la historia y lo único que pinta en todo esto es revolucionar la vida de Matt, tanto la amorosa como la profesional. Es cierto que Elektra tiene importancia en la vida de Daredevil, pero debería de haberse introducido de otra manera menos drástica.
Pero, aun así, la segunda temporada de Daredevil es otra lección de Netflix a la hora de realizar series. Esta temporada sube el nivel respecto a la primera temporada, y lo sube en todo. Sólo tenéis que ver el plano secuencia que hay en el tercer capítulo y que se convierte en una pieza de arte en toda regla. La acción aumenta, la tensión también y la introducción de los nuevos personajes hacen que Daredevil sea la mejor serie sobre super héroes en mucho tiempo. Esperamos que futuras temporadas tengan este nivel, porque va a ser muy difícil superarla.
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