«Lucho por mantener el flujo de la permanencia«

Hace ahora casi trece años me compraba la primera entrega de Dune en la aventura que viví en Zaragoza y que me terminó llevando, de una manera muy loca, a comenzar a escribir en esta insigne revista. Allí, aparte de consumir más cine del que jamás habría imaginado (entre otras cosas porque no es lo mismo una entrada en una gran capital que en cualquier otra parte del universo conocido), me dediqué a leer como si mañana lo fueran a prohibir y confieso que la serie de novelas de Frank Herbert fue una de las cosas que más disfruté (literariamente hablando) de todo aquel año de 2009. Para un chaval separado de su familia y amigos (al menos temporalmente) y con demasiado tiempo para pensar y filosofar, esta serie de tratados de ecología, política, religión y filosofía envueltos con una fina (pero magnífica) capa de ciencia ficción resultaron hipnóticos. Más allá de las aventuras y desventuras de Paul Atreides y de todos los que le siguieron, me encontré con una serie de textos que me invitaban a reflexionar… y con un universo que me apetecía mucho explorar con detalle.

He vuelto a leer la novela original con posterioridad y he seguido encontrándole detalles que anteriormente se me pasaron por alto o no me llamaron la atención y, con el espíritu de un fan, fui el año pasado a ver la nueva adaptación de la historia para la gran pantalla de mano de Denis Villeneuve, quedando encantado con algunos de sus detalles, satisfecho con algunas de las adaptaciones que humanizaban un poco mas al protagonista y algo contrariado por tiempos y otros pequeños puntos que todo aficionado había imaginado de otra manera al leer el libro (lo normal, vamos). Y, ahora, me encuentro con que, casi a la vez que la cinta se lleva seis Oscars en la gala de la bofetada, cae en mis manos la novela gráfica que han preparado el hijo del autor (Brian Herbert) y Kevin J. Anderson con ayuda del magnífico arte de los vallisoletanos Raúl Allén y Patricia Martín.

«Vais a presenciar algo que pocos han visto«

Dune: La Novela Gráfica – Libro 1 es considerablemente más fiel a la historia original de lo que ha sido la película. En parte porque el medio favorece una narración más detallista y calmada, en parte porque la historia nace para ser contada en tres volúmenes de forma muy similar a como se hace en el libro y en parte también porque hay un Herbert a los mandos. Sin embargo, me encuentro con que hay algunos momentos de la historia original que me parecen mejor tratados en el filme y que aquí, en el cómic que publica Norma Editorial, me parecen contados de una manera más confusa y que, por fuerza, invita al despiste (innecesario) del lector.

Dune: La Novela Gráfica – Libro 1

Con todo, esta nueva vuelta de tuerca a la máquina de hacer dinero que es Dune y que halla en este medio una nueva forma de enriquecer al heredero del autor original no desagradará ni al fan de las novelas ni al espectador con ganas de profundizar un poco más en el rico universo de nacido de la mente de Frank Herbert. Sólo a gente como un servidor, que ve en algunas de sus páginas el intento del hijo por adaptar la historia de su padre a su propia manera de entenderla, puede que se sientan un poquito molestos de cuando en cuando. Poca cosa para un álbum que se lee del tirón y no llega a aburrir en ningún momento.