«Nosotros también estamos desesperados«
Intensísimo tercer volumen del manga de Yûji Kaku. Hablaba en mi anterior reseña sobre la necesidad de esta historia de generar más personajes y/o dar algo más de cancha a los que ya existen y dicho y hecho. En esta entrega nos son presentados los Tensen, que ya vimos en las últimas páginas del anterior tomo, y que vienen a ser una raza de seres que han dejado de ser humanos y que mantienen eternas belleza juvenil y fuerza sobrehumana, amén de ser capaces de regenerarse desde cualquiera de los fragmentos en los que sean cortados. Estos seres aparecen como los gobernantes o protectores últimos de los secretos de la isla y demuestran a las claras que ninguno de los personajes que han desembarcado en esta ocasión en sus costas son capaces de enfrentarse a ellos.
Ahora, con un enemigo casi indestructible a batir, comienza a aclararse el destino hacia el que rema esta historia. Además, Kaku nos obliga a no dar a nadie por muerto antes de tiempo y vuelve a demostrar su amor por la obra de Kentaro Miura con unas peleas que ningún cuerpo humano debería soportar, unos monstruos que nacen de los sueños enfermizos de la mente de un loco y con unos diseños de personajes que, en ocasiones, parecen estar fuera de lugar por su dulzura, sensualidad, inocencia e incluso dotes cómicas en medio de un festín de monstruos de pesadilla y seres eternamente desgraciados.
«La única opción es seguir adelante. Aunque deba hacerlo solo«
Es el caso de los dos personajes que protagonizan la portada. Tensa, el samurái, es un chaval simplón que cae simpático de inmediato y Nurugai (una vez superada la primera sorpresa) tiene un toque infantil y adorable. Los dos se enfrentan a una prueba terrorífica de la que apenas les salva Shion (otro personajazo con claro parecido con Zatoichi). Con todo, tanto la historia de la chica de las montañas, como la que viven juntos en la isla no podría ser más dramática y es un claro ejemplo de lo duro que juega el autor de este shonen. Las escenas que cierran este número nos dan una idea de cómo el mangaka busca endurecer a los personajes para hacerlos crecer y que sean así capaces de enfrentarse a los retos de esta isla, pero lo cierto es que los lectores hemos de hacer el mismo ejercicio de endurecimiento si queremos soportar las bofetadas emocionales que nos tiene reservada esta historia.
Me está encantando Jigokuraku. Tiene una acción trepidante mezclada con humor y drama, despliega un dibujo sensacional y tiene unos personajes profundos e interesantes a los que merece la pena conocer. Además, este tercer volumen no sólo nos presenta nuevos actores para la obra, sino que también siembra nuevos misterios sobre el protagonista y sus aliados que nos van a tener muy entretenidos en los números que están por llegar a nuestro país. Norma Editorial ha hecho muy bien en apostar por este manga, cuya progresión no deja de sorprenderme número a número, tras despuntar en el terreno de lo online. Por último (y aunque casi me gusta más la adaptación al inglés [Hell’s Paradise] del impronunciable título), la edición de los tomos y de las portadas es un gran acierto que queda de maravilla en nuestras estanterías.
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