«¿Alguna vez te has preguntado por qué la gente ahora sólo vive en las ciudades?«
Tengo sentimientos encontrados tras leer el segundo volumen de la serie de Joe Henderson y Lee Garbett que está publicando Norma Editorial en España. Por un lado me parece interesante y entretenida, propone una premisa muy loca de partida y a partir de ahí desarrolla un mundo que me resulta apasionante para descubrir y explorar. Peligroso y tan distinto al nuestro como familiar en sus formas esenciales. Sin embargo, me encuentro en este tomo con dos cosas que me descolocan bastante: una es el salto al vacío en lo que a ciencia ficción se refiere con el elemento principal de este número, porque (pese a lo inverosímil de su planteamiento original) la serie siempre se ha movido por un terreno más o menos realista y la teoría evolutiva que nos vende este volumen es, como mínimo, disparatada. La otra tiene más que ver con la saturación que hay ahora en el mercado de historias muy similares a la que leemos en Skyward.
Animosity y sus series satélite, The Wake o Y, el Último Hombre se unen a historias de la gran pantalla como las de las resurrecciones de Mad Max o el Planeta de los Simios o las distopías propuestas por Neil Blomkamp (por poner algunos ejemplos). El imaginario colectivo actual está plagado de historias post-apocalípticas y da la impresión de que cada día se escribieran dos o tres nuevas (yéndonos a las grandes editoriales norteamericanas se me ocurre ahora mismo DCsos). El problema para Skyward es que el primer cómic de esta lista, el de Marguerite Bennett, ya nos está planteando el viaje de una cría a través de unos Estados Unidos desolados en los que cualquier animal puede acabar con su vida. Y en estas circunstancias resulta un poco cargante volver a enfrentarse a una historia tan semejante, aunque ésta esté aderezada por el componente fantástico de una física destrozada.
«Creo que los famosos no suelen meterse en el estómago de un bicho…«
Pero lo anterior también debería hacernos reflexionar. Todas estas historias de futuros tenebrosos (y me dejo por el camino sagas como Los Juegos del Hambre o Divergente) no hacen sino reflejar una preocupación común a todos los seres humanos que los autores (que, aunque esto sorprenda, también pertenecen a nuestra especie) terminan por reflejar en sus obras. Contaminación, talas descontroladas, extinciones, el crecimiento de las ciudades en detrimento del campo… Y ahora el maldito coronavirus. El mensaje que anida tras cada nueva catástrofe es que nos estamos cargando el planeta y a nuestros semejantes y que las generaciones que vengan detrás van a tener que heredar una situación cada vez más insostenible. Lo que hace unos años nos podría parecer ciencia ficción ya no lo es y esto nos debería aterrar mucho más de lo que realmente nos está asustando ahora.
Una vez retirados los fuegos de artificio que son la ausencia de gravedad y los insectos del tamaño de autobuses, Skyward es una dura crítica acerca de una sociedad que se enfrenta al abismo de una catástrofe mundial… y se aferra a los estratos y las maneras de funcionar del mundo antes del apocalipsis. Es como si, por ejemplo, llegara algo tan disruptor como una pandemia que nos obligara a todos a quedarnos en casa y nosotros, en lugar de cambiar lo más mínimo, nos esforzáramos por saltarnos las normas y poner en peligro a nuestra familia y amigos para poder disfrutar de la vida tal y como lo hacíamos antes de los confinamientos. Lo verdaderamente terrorífico es que Skyward se escribió antes de que llegara toda esta época y, sin embargo, la está clavando.
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