«El viejo bastardo es un fantasma y todavía sigo aterrado de él«
El número anterior nos dejaba con Mjolnir derrotado y reforjado como un nuevo martillo para una nueva era y con un Thor desolado que se encontraba, de pronto, con el alma de su padre residiendo en su poderosa y característica arma. En la entrega que nos ocupa hoy tenemos que esperar un buen puñado de páginas para comenzar a leer respuestas a las preguntas que el final de Thor #23 (#130) planteaba. Y esto es porque el número viene dedicado a la noble causa de despedir al Padre de Todos como se merece, con toda la pompa y las lágrimas que conlleva la muerte ‘definitiva’ de un dios y con la colección de artistas y guionistas invitados que suelen acudir a esta clase de eventos. Y es que se juntan muchas cosas que conmemorar: el final de la saga de Dios de los Martillos, los dos años de Donny Cates al frente de la colección, los setecientos cincuenta números de la serie sobre el dios del Tueno en Estados Unidos y los sesenta años desde que el personaje fuera creado (aunque esta celebración se va a extender un poco más). Lo dicho, salvo unas pocas (y reveladoras) páginas al final de este volumen, Thor #24 (#131) es un cómic-homenaje de esos que publica Panini y contentan más a los coleccionistas que a los lectores de las aventuras de el personaje que da nombre a la serie.
Sin embargo, sí que es cierto que (para ser un número un tanto intrascendente) la calidad de los relatos con los que nos encontramos en estas páginas es bastante buena. Quizás tenga algo que ver el hecho de que la Casa de las Ideas haya llamado a pesos pesados de la talla de Jason Aaron, Al Ewing, Dan Jurgens o J. Michael Straczynski para que se den el gusto de contar nuevas historias sobre momentos antiguos. Historias que hablan sobre el pasado de Odín, pero que también sirven para introducirnos en lo que va a ser el futuro de todos los asgardianos. Me gusta particularmente la historia que nos ofrece nada menos que Walter Simonson acerca del personajazo que es Bill Rayos Beta y que, para quienes lleguen a estos cómics desde las películas del UCM, quizás quede como una especie de caballo disecado al que alguien regaló un martillo como parte de alguna broma macabra.
«¡Te fundiré y te reforjaré como letrina!«
Lo que quería decir es que se pueden hacer números bastante dignos (permítaseme esta broma) a pesar de ser una recopilación de historias. Da la impresión de que cada vez que Marvel ha decidido sacar números como éste lo que surge desde los lectores es un sonoro bostezo y no tiene por qué ser así: basta con apostar por calidad y, sobre todo, relevancia a la hora de seleccionar qué es lo que se cuenta en estas breves tramas. Y, si no se tiene nada que contar, mejor ahorrarle al lector el mal trago de comprar un número que va a acabar enterrado en la pila de las lecturas que nunca se terminan de completar.
Thor #24 (#131) merece bastante la pena. No sólo porque su lectura sea necesaria para saber por qué demonios está Odín dando por saco desde la nueva y molona versión de Mjolnir, sino porque, sinceramente, lo que Panini nos ofrece en esta grapa es interesante de leer y de verdad sirve para despedir (por el momento) al padre del actual monarca de Asgard. Por lo demás, nos quedamos con las ganas de ver en qué se traduce el nuevo equipo a la fuerza que trata de vendernos Cates. Personalmente, ya lo sabéis, tengo muchas ganas de ver si esta comunión forzosa ayuda a padre e hijo a entenderse. Crucemos los dedos.
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