«Bienvenido a la Misión Medianoche. Me llamo Sr. Luna«
El pasado mes de marzo el Caballero Luna desembarcó en Disney+ a través de una serie en la que Oscar Isaac hacía las veces de este complejo personaje de la Casa de las Ideas. Para muchos, sin embargo, el personaje resultaba desconocido (un poco como ocurrió en su momento con los Guardianes de la Galaxia o como está pasando con Ms. Marvel ahora mismo). Aquellos fuera del día a día marvelita no terminaban de reconocer a un empleado de museo asustadizo que de repente se transformaba en un osado aventurero y que conversaba con un supuesto dios egipcio del que nunca habían oído hablar. Pero, al igual que ocurrió con los Guardianes de James Gunn, la serie ha funcionado a la perfección. El universo Marvel es tan rico y variado que permite mil acercamientos y mil visiones con otros tantos personajes y equipos, el límite lo pone la imaginación.
Esto es maravilloso, porque gracias a ello es relativamente fácil huir del cliché del héroe masculino heterosexual, caucásico y musculado. Isaac es guatemalteco del mismo modo que Iman Vellani (la protagonista de Ms. Marvel) es pakistaní-canadiense o que el personaje de Phastos (Hefesto) es abiertamente homosexual en la película de Eternos de Chloé Zhao. Pero también es maravilloso porque la variedad de situaciones y de realidades que se pueden explorar es abrumadoramente grande. Y aquí es donde esta serie destaca, porque aborda los problemas mentales de su protagonista sin tapujos (y sin villanizar al personaje, como sí ocurría en Wandavision) y porque obliga de alguna manera al espectador a empatizar con los problemas del anti-héroe, logrando que, por el camino, uno se pregunte más cosas acerca de la realidad que le rodea, de las presiones, el estrés y las consecuencias que estos tienen sobre la mente de los seres humanos.
«Te dije que no he experimentado ningún episodio disociativo en semanas«
Jed MacKay (Los Vengadores: Equipo Mecha) es muy consciente de ello y no huye ni in momento del tema psicológico a la hora de abordar a este personaje en esta nueva cabecera que Panini nos trae en formato tomo. En la serie regular de los Vengadores que escribe en la actualidad Jason Aaron el Caballero Luna la ha liado pardísima. Con la excusa de luchar contra Mefisto y por orden directa de Khonshu, Marc Spector derrotó y desarmó a los Héroes Más Poderosos de la Tierra para hacerse con sus poderes. Sin embargo, una vez desterrado el demonio, la antigua deidad egipcia aprovechó que el Pisuerga pasaba por Valladolid para montar una Tierra a su gusto (la Era de Khonshu) que hizo que hasta su avatar se diera cuenta de que la cosa se le había ido de las manos. Al final de esta (bastante aburrida) saga, Spector renegaba de Khonshu, pero decidía quedarse con sus poderes, que lo que se da no se quita. Los Vengadores perdonaban al personaje, a cambio de que éste se sometiera a terapia.
Y aquí nos encontramos a Spector en la serie de MacKay. Tratando de enmendar sus errores, acudiendo religiosamente a terapia y ayudando a los viajeros de la noche. Convirtiéndose en un amistoso vecino que jamás se quita la máscara porque teme enfrentarse a su propio reflejo y que aplica las leyes y los haceres de un dios al que ya no respeta ni venera. El cómic que nos ofrece Panini es el de un héroe de barrio que se enfrenta a problemas de menor importancia que los que le han traído hasta aquí, pero que poco a poco va aprendiendo a abrirse a otros individuos apartados de la sociedad, con problemas quizás no tan diferentes de los suyos. La nueva cabecera de Caballero Luna parece más un viaje de sanación que la clásica historieta de peleas en los suburbios de una gran ciudad. Puede estar muy, pero que muy bien si su guionista no se vuelve demasiado loco.
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