«¿Alguno queréis esta estúpida gema?«
Poco a poco, las piezas del puzle del infinito que Gerry Duggan ha ido esparciendo por el universo marvelita comienzan a encajar entre sí y, al hacerlo, nos muestran como desde un principio estaban diseñadas para conformar, como los ladrillos de Lego, las formas tradicionales de la parte cósmica de la Casa de las Ideas. Porque el espíritu Legacy (ese de recuperar las viejas historias follándose conservando todo lo reciente) también alcanza a las estrellas y nadie, ni siquiera Galactus, se libra de esta premisa. El Devorador de Mundos se convirtió en Dador de Vida en los Ultimates de Al Ewing, pero no ha tenido muchas ocasiones de ejercer como tal hasta que Duggan lo ha llamado a filas con motivo de esta penúltima entrega de Cuenta Atrás a Infinito.
A favor de la decisión diremos que un Galactus sin hambre deja de ser una amenaza y, por ende, ya no es un personaje/villano/fuerza de la naturaleza interesante sobre el que escribir historias. El problema es que el anterior cambio es tan reciente que a Marvel se le ve el plumero cuando da un giro de ciento ochenta grados para devolverlo a la casilla de salida, más clásico que nunca. Lo mismo parece que va a ocurrir con el cuerpo Nova (lejos queda la época en la que sólo quedaba un integrante adolescente en la Tierra) e incluso con la Guardia del Infinito, confirmada como está su presencia en la trama que resulte de las Guerras del Infinito.
«Soy yo quien debería darte las gracias«
Otra cosa que hace que esta saga se gane mi interés es esa breve escena que contemplamos en Sapiencial entre Peter Quill, el Coleccionista, el Gran Maestro y dos invitadas de excepción que, en tan sólo un par de viñetas, añaden un ingrediente a esta historia con el que ninguno de nosotros había contado. Esto hace que el crossover que se avecina gane un par de puntos más de interés (otro de ellos sería quién es la misteriosa figura que estamos viendo dibujada por Mike Deodato Jr. al principio de cada nueva entrega). Este interés enlazaría directamente con los sucesos de Secret Wars y con el esperadísimo regreso de los Cuatro Fantásticos. No sólo eso, sino que, siguiendo la estela de las películas, esto puede servir de aperitivo para la integración en cines de los universos hasta ahora separados de Disney y Fox.
Número, por tanto, con claroscuros que nos deja a las puertas de un cruce de colecciones y personajes que promete descabezar un par de series… para dejarlo todo como estaba antes de que a Marvel le diera por prestar atención al mundo real. Las Guerras del Infinito pueden ser un divertido experimento o un auténtico desastre editorial, pero mucho me temo que no van a dejar indiferente a nadie (lo cual, por otra parte, equivaldría al mayor de los fracasos). Queda un mes para ver cómo se reúnen las gemas del Infinito una vez más y quién es la misteriosa figura que parece destinada a coleccionarlas y aún no hemos visto nada de Thanos (y todos sabemos que no puede haber gemas sin que el Titán Loco haga acto de presencia). Nos espera, por tanto, un final de año trepidante en lo que a la Marvel cósmica se refiere.
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