Dentro de la dinámica que parece haberse impuesto entre las colecciones vinculadas a Secreto Wars de establecer realidades cuasi apocalípticas en las que nuestros héroes luchan más por la supervivencia que por salvar el día, E de Extinción propone un futuro muy anclado en la cotidianidad.
Chris Bumham no renuncia, como es lógico, a un punto de ruptura dramático con la continuidad oficial para plantear su particular visión del original, pero a partir de ese detonante no se viene el mundo abajo, sino que propone una evolución muy natural, sin más sobresaltos que los del propio transcurrir del tiempo. Así, entre ese punto de inflexión de la fuente original y el arranque de ésta las cosas han seguido un rumbo más o menos previsible. Lo que supone un soplo respecto a otras series.
De esta forma, tomando como origen la primera saga de los New X-Men de Grant Morrison, vemos como el sueño de Charles Xavier se palpa casi como una realidad y, por diversas circunstancias, Cíclope y los suyos han pasado el testigo a la siguiente generación. Algunos lo han llevado como lo que es, ley de vida, y otros se resisten a quedarse en un segundo plano. En este aspecto resulta especialmente interesante los condicionantes que establece el salto temporal entre la saga original y esta, pues obliga a un rediseño de buena parte del reparto, además de permitir el salto a la primera línea de los que entonces eran meros estudiantes y ahora son La Patrulla-X.
E de Extinción, presentándose como secuela directa de la saga homónima a la que homenajea, hace una relectura de la misma, aunque tomando elementos varios (de los más icónicos) de la amplia mitología mutante para establecer distancias. Y aunque el resultado no ofrezca ninguna sensación de novedad, sí que aporta algunas soluciones muy interesantes y coherentes con el entorno al que se refiere. En este aspecto, Bumham ha sido muy fiel al material original. De hecho, tanto su trabajo como el de Ramon Villalobos (el dibujante de la saga), parece estar buscando contínuas conexiones con el de Morrison y Quitely para que se note lo menos posible el cambio. Buscan emular a los autores originales a fin de ofrecer la sensación de que esta podría haber sido un arco argumental desarrollado por ellos mismos. Y esto es algo que se palpa, sobre todo, en el trazo de Villalobos, que tiene un acabado muy similar.
Así, cualquiera que disfrutara de los inicios de la ya icónica etapa de Grant Morrison al frente de la franquicia mutante, encontrará motivos más que suficientes para recuperar aquel espíritu rupturista con el que se presentaron los New X-Men a principios de la década pasada.
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