«Está detrás de mí, ¿verdad?«
¿Qué es lo que da poder a un dios? ¿Qué es lo que hace que un relato adquiera poder sobre los hombres? No son ni su antigüedad ni lo cercanos que están a explicar los grandes misterios de la humanidad, sino más bien la fe que los seres humanos depositamos en ellos. Adulterado el relato, las grietas aparecen y una vez que la duda germina, los dioses, los cuentos y los mitos pierden el poder que tenían sobre nosotros, el mismo poder que les habíamos otorgado. Esta es la base de la historia que nos está contando actualmente Al Ewing en las páginas de su Inmortal Thor (que nos trae mes a mes Panini). Thor ha sido debilitado por una versión retorcida de su propia historia y, al final de este El Inmortal Thor #10 (#153), comenzamos a ver las grietas que la duda arroja sobre su heroísmo.
No lo pone difícil un dios del Trueno que se lanza a la batalla sin pensar en las consecuencias de la misma y deja que los más débiles de los suyos le pongan en un aprieto de los gordos. Pero al menos le vale la argucia a Ewing para homenajear de una manera excelente a los cómics de otra época, ésos en los que los personajes se tiraban todo el tiempo pensando (y dejándonos leer sus pensamientos). A la vez que os confieso que no sé a dónde pretende llevarnos el autor con todo esto, también os digo que estoy disfrutando bastante del viaje. El que fuera guionista de Hulk y que aún lo es de Veneno se lo está pasando pipa en esta colección, en la que parecen haberle dado carta blanca a cambio de que no se lleve al personaje muy lejos, que se le necesita para los Vengadores de Jed MacKay.
«Mi puesto lo ocupa el dios de la Mentira«
Bastante más sosa me resulta la reunión familiar (a propósito de la extraña e inconclusa D.I.O.S.E.S. de Jonathan Hickman) que se desarrolla durante la segunda mitad de la grapa de este mes. Tyr ha desaparecido y los hijos de Odín (no recordaba yo que hubiera tantos) se reúnen para partir en su búsqueda. Baja el ritmo de la historia, baja su calidad, baja su sentido (quienes no hayan leído la miniserie entes mencionada poco van a entender) y baja el apartado gráfico de la colección. Por suerte, el paréntesis no parece que vaya a durar más allá del siguiente número de esta colección y pronto veremos a Thor compartiendo páginas con el simpático de Hércules (ahora es cuando soltamos aquel ‘¿qué puede salir mal?’).
Nos hemos plantado en los diez números de la nueva etapa de Thor casi sin darnos cuenta. Y es que sigue la historia del bueno de Ewing arrojando más dudas que certezas y da la impresión de seguir tan sólo arañando el comienzo de todo su desarrollo. Veremos hacia dónde nos conduce todo esto… si es que la editorial tiene la paciencia necesaria para permitírselo.
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