«Me hago el valiente porque no tengo alternativa«
Se cumplen nuestras predicciones para este número y vemos finalmente a Logan tirar de garras en su, ahora nunca ocurrido, enfrentamiento con los líderes del clan silencioso mientras que, en el momento presente, la versión desatada del envejecido mutante se dedica a despedazar monjes a diestro y siniestro en su camino directo hacia Sohei. Si la entrega de enero fue tranquila y comedida mientras nuestro protagonista ascendía por el pozo en el que había sido encerrado y recordaba su última visita a tierras niponas, este mes tenemos toda la acción que nuestro cuerpo pueda desear… y un poquito más.
Con todo, parece evidente que en esta ocasión tiene mucho más peso el pasado post-apocalíptico del mutante que su presente con la Extraordinaria Patrulla-X. Así, mientras que una mitad del cómic se dedica a recrearse en lo visualmente impactante sin añadir mucho más a lo que ya habíamos visto antes, es en el pasado donde la historia comienza a coger velocidad con la aparición del verdadero líder detrás del guerrero al que Lobezno se está enfrentando en ambas épocas. Es frente a este personaje cuando el canadiense decide finalmente mostrar sus afiladas armas ante la atónita mirada de Maureen. Aunque todavía no nos queda claro de qué manera les da uso y para ello deberemos esperar aún un mes más.
«El futuro no se puede cambiar«
Parece que, pese a las continuas muestras en dirección contraria, Logan no consigue quitarse de la cabeza la inevitabilidad del destino, como podemos leer en la entradilla de este párrafo. Jeff Lemire sigue jugando con la testarudez del anciano hombre-X y continúa, también, arrojándole pruebas de que ésta es otra realidad (como bien recoge en una última ilustración que nos deja ciertamente desconcertados). La cabezonería de Logan y su deseo de soledad, acentuados ambos por la edad, confluyen en una de las imágenes más puras y crudas del personaje que se hayan dejado caer por las viñetas en toda su historia. Se podrán decir muchas cosas de la otra serie muti que escribe Lemire, pero la de El Viejo Logan es, sin duda, de las mejores que ha estrenado Marvel en muchos años.
Me ha costado horrores decidir qué imagen de este capítulo quería mostraros. Con cada nuevo número (y lleva once más los que le brindaron Brian Michael Bendis y las Secret Wars) Andrea Sorrentino refina un poco más su arte y en éste somos testigos de una verdadera explosión de creatividad. El dibujante se permite auténticas virguerías en las que hasta las líneas de separación entre viñetas se convierten en un actor más con impacto real en los personajes y las mezcla con preciosidades visuales como la que finalmente he escogido, que condensa en una espectacular splash-page a tres tonos de color (más el blanco) la práctica totalidad de la vida del mutante de las garras de adamántium. Siento verdadera devoción por este tipo, el Logan que está dibujando para Lemire quedará por siempre grabado en la historia de la Casa de las Ideas y yo no podría alegrarme más por ello.
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