El formato elegido por Panini Cómics para presentar Fénix (tomitos en tapa blanda de tres episodios) conlleva que haya ocasiones, como la que nos ocupa, en las que se juntan el final de un arco argumental y el inicio del siguiente en el mismo cuaderno. De esta manera, la cuarta entrega de Fénix coincide con el desenlace de la aventura en la que Jean se convierte en súper saiyan, con los dos primeros episodios de un relato que trae de vuelta a un personaje que ni recordábamos.
«… Necesito creer que todo es real«
En el final de Ascensión cósmica Stephanie Phillips enfrenta a Jean con los dioses oscuros que amenazaban con extender su influencia a lo largo del multiverso, pero dado el colosal aumento de poder de la mutante, la emoción y tensión del envite es escasa.
Quizás por ello el siguiente arco escarba en el pasado de la heroína y trae a su hermana muerta de nuevo a la vida. O puede que nunca hubiera estado muerta. Ejercicios de retrocontinuidad que hay que coger con pinzas porque posiblemente las cosas no sean lo que parezcan. El caso es que acudiendo a un conflicto de carácter tan personal es de esperar que el poder de Jean esté más contenido y que el uso de la fuerza sea un ultimísimo recurso que no llegue a utilizar.
Si en su día la familia Scott parecía un culebrón mexicano, la Grey no se queda corta. Asumidas, como mencionamos en el post anterior, las inconsistencias de Phillips respecto a personajes y el funcionamiento del universo Marvel, Conexión Astral plantea un misterio interesante, tanto como para que Cable se moleste en volver del futuro y fruncir el ceño como hace cada vez que algo perturba las líneas temporales. Permite, además, ver a Jean explorar el rol de hermana pequeña. Al menos a priori, todo dependerá de cómo se desarrolle el argumento, pero es una opción que se abre y que no es habitual habida cuenta de la ascendencia de la Chica maravillosa entre los mutantes.

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