Gata Negra. El golpe del Infinito: Una gata y varias gemas

Gata Negra: El golpe del infinitoNos apuntamos tarde a la fiesta de Felicia Hardy, pero como dicen: «nunca es tarde si la dicha es buena». ¿Por qué no confiamos en Jed MacKay en su momento? Ni idea. Esa es la verdad. Pero sus incursiones en la saga Beyond del amistoso Spiderman nos hicieron preguntarnos si nos estábamos perdiendo algo bueno de verdad. Y vaya si nos lo estábamos perdiendo.

 

«Se me da bien saber qué quiere la gente«

 

Gata Negra: El golpe del Infinito cierra -momentáneamente- la andadura de Felicia como estrella en solitario. Cinco tomos es lo que ha durado su colección de la mano de Panini Cómics, que se ha guardado para el final una aventura de tintes cósmicos. Como podemos presuponer por la portada (del insuperable Pepe Larraz) y por el título del volumen, las gemas del infinito juegan un papel capital en la historia. Aunque quizás no como muchos podrían imaginar.

 

Una de las claves de este último tomo es que puede leerse y disfrutarse desde varias perspectivas y funciona igual de bien. Como final del actual viaje de Gata Negra, como secuela/conclusión de Destinos infinitos (que a su vez nos llevaría a Lobezno: La guardia del infinito y las Guerras del Infinito de Gerry Duggan o al trabajo de Kelly Thompson en Capitana Marvel), o como miniserie autónoma. Esta última perspectiva  -la de minisiere autónoma- es la que evidencia el buen hacer del guionista, que es capaz de concretar y filtrar conceptos de cierta complejidad y trayectoria para adecuarlos a un contexto diferente sin que el lector sienta que le faltan piezas que encajar para entender la historia en curso.

 

Gata Negra

 

Porque a pesar de los inconmensurables poderes que entran en liza, Jed MacKay tiene clarísimo cuál es el foco en todo momento y quién es quien manda en estas páginas. No por nada Felicia es la protagonista. Una protagonista que siente muy cómoda siendo el centro de atención y llevando el peso de la trama. Disfruta de esa posición. También es cierto que juega «en casa», pues la trama a fin de cuentas no se aleja mucho de su campo de acción: robos imposibles y juegos a dos o tres bandas. Y aquí radica otra de las claves de esta aventura. Lectores y autor compartimos los códigos de la historia.

 

MacKay -en imprescindible colaboración con el dibujante Carlos Villa– plantea un relato muy en línea con los malabares de Steven Soderbergh en su exitosa Ocean’s Eleven y secuelas (o en la más pintoresca La suerte de los Logan). Sí, no me he vuelto loco con la referencia. Tenemos a una delincuente como protagonista que desborda carisma; anda también sobrada de confianza a pesar de lo extremadamente complicado de su plan, más aún cuando tiene detrás a un perseguidor incansable e igual de confiado que ella; e, importantísimo, el éxito del plan no está garantizado al 100%, el peligro y los obstáculos son reales (un detalle que se le pasó por alto a la secuela/spin-off de Ocean’s Eleven protagonizada por Sandra Bullock). Presuponemos -que no aseguramos- que la protagonista triunfará, o al menos que no perderá. Cómplices en los códigos, es el cómo -y en menor medida el porqué- lo que engancha. El cómic se plantea como un juego de órdagos y estrategias en el que siempre hay un as inesperado bajo la manga.

 

Si a esto le sumamos un acrobático trabajo en el apartado artístico (sirva de muestra la doble página que muestra toda la acción que tiene lugar en el hospital en ese instante) y un guion que cuida el desarrollo de su protagonista, ¿qué más podemos pedir? Quizás una pizza y unos guantes para no manchar las páginas mientras comemos y leemos a la vez.

Acerca de Daniel Lobato

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El padre de todos, pero como a Odín, se me suben constantemente a las barbas. Periodista de vocación cinéfila empecé en deportes (que tiene mucho de película) y ahora dejo semillitas en distintos medios online hablando de cine y cómics. También foteo de cuando en cuando y preparo proyectos audiovisuales.

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