«Para ellos los daños colaterales son un tributo de sangre«

Por fin llega el choque de trenes que se venía posponiendo desde el inicio de la etapa de Al Ewing. Los dioses del Olimpo, tras la jugarreta de Peter Quill, han regresado a nuestro plano y ya no queda más remedio que hacerles frente… o afrontar el caos y la destrucción que parecen querer llevar consigo. Es el cierre perfecto y brutal para una primera temporada de Ewing al frente de la colección que ha resultado mucho más interesante de lo que pudiéramos sospechar y que lo confirma como uno de los guionistas más en forma de la Casa de las Ideas actual.

El cómic de este mes comienza con un regreso a Daedalus 5, un lugar muy importante para integrantes de los Guardianes de la Galaxia como Quill o Nova por todo lo que aconteció allí al final de la saga de Aniquilación. En este inhóspito paraje es donde los Guardianes han decidido encarar a las deidades para tratar de salvar una vez más al universo. Y desde allí vemos como Richard Rider sigue con las sesiones de terapia que descubriéramos meses atrás en ese número con tantas semejanzas con el Héroes en Crisis de Tom King. Un detalle importante, porque el héroe vuelve a uno de los lugares que peores recuerdos le traen y ha de afrontar el reencuentro de Peter con Gamora, a quienes fue él quien separó cuando le pidió ayuda a su amigo once números atrás.

«No es por interrumpir un momento de reconciliación…«

Dicho reencuentro es todo lo que cualquiera de los lectores de esta colección podríamos esperar, manda al garete (de momento) cualquier posibilidad de feliz pareja intergaláctica y sirve de alivio violento que une como un puente los dramas de Nova y de Dragón Lunar y Phyla-Vell (aún en proceso de digerir su nueva situación y lo que ello implica). Y todas estas escenas como preludio tranquilo para la explosiva (nunca mejor dicho) llegada de los dioses oscuros al campo de batalla. Las bofetadas espaciales comienzan ahora y apenas durarán un número, porque en apenas dos meses nos aguarda un Despegue que augura una de las formaciones más ambiciosas y extensas para los Guardianes de toda su historia.

Guardianes de la Galaxia #11 (#86)

Lo que está haciendo Ewing con los Guardianes de la Galaxia es intenso (menuda última viñeta), hermoso e inteligente. Los ha desbandado y ha obligado a su líder a madurar, trayendo a nuestra realidad a un Peter Quill divertido de leer y que, en el fondo, es casi un personaje nuevo con el que jugar. Está claro que había que cerrar la saga de los dioses destructivos, pero sólo para que este final pudiera suponer el inicio de una etapa nueva e ilusionante para la Marvel galáctica. La editorial lleva años queriendo apostar fuerte por lo que hay más allá de las fronteras de la Tierra y este guionista, partiendo de Imperio y a través de esta colección y de la de S.W.O.R.D., puede ser el que, por fin, nos haga mirar con esperanza hacia las estrellas.