«Deberíamos arrasar la Tierra por completo«
Una vez terminado el cruce de Guardianes de la Galaxia con Pecado Original, por fin podemos volver a las aventuras de esta descabellada banda de piratas (a falta de una definición mejor) espaciales. Sobre todo resultaba interesante volver al presente por aquello de que el equipo acababa de despedirse de Angela y ya estaba dándole la bienvenida al agente Veneno como miembro permanente y a la Capitana Marvel como buena vecina. No sólo eso, si volvemos la vista atrás a Guardianes de la Galaxia #17 nos encontramos con que Peter Quill había provocado algo cercano a una guerra civil en Spartoi al tratar de escapar de las garras de su padre, lo cual se había traducido en el derrocamiento del rey del susodicho planeta y en la desaparición de sus aliados intergalácticos (gracias a lo cual Starlord y sus compañeros pudieron volver a reunirse de nuevo).
Brian Michael Bendis se centra más en la primera de las dos tramas para ir soltando de vez en cuando pequeñas píldoras de la segunda en los dos números que nos ocupan hoy. La atención del guionista se centra, concretamente, en el hecho de que la unión de Flash Thompson al grupo se produjo de una manera un tanto fortuita y sólo disfrutada (en los Estados Unidos) por aquellos que se hicieron con el ejemplar Marvel del Día del Cómic Gratis de 2014 (que aquí pudimos leer en el número anterior). Es una norma no escrita del cómic de aventuras que el nuevo integrante de cualquier equipo ha de protagonizar una aventura en la que sea protagonista antes o inmediatamente después de su incorporación (el shonen manga es especialista en esto) y sin embargo Venom no había sido más que un sidekick de tercera en el par de capítulos en los que lo habíamos visto. Ahora toca corregir esto con una saga en la que el simbionte del amigo de Peter Parker será el centro de todas las preocupaciones de nuestros protagonistas.
«Ni siquiera me acuerdo de sus nombres«
Bendis parece empeñado en relatar el origen de los alienígenas que más quebraderos de cabeza le han causado a Spider-Man en toda su carrera de una vez por todas. Para ello hace que los Guardianes rescaten por fin a Flash Thompson del planeta en el que se lo dejaron olvidado (hasta ahora el humano ha sido tratado más como una mascota y una carga impuesta por Tony Stark que como un compañero) y en el que el Vengador se ha ido asalvajando hasta llegar a un límite difícil de describir. Será entonces la responsabilidad del grupo lidiar con un problema que va a ir saltando de personaje en personaje (cómo nos gusta verlas versiones simbióticas de los personajes Marvel, ¿eh?) a la vez que va provocando situaciones plagadas del sentido del humor que ha destilado esta serie desde el primer momento y va avanzando hacia una resolución que, al parecer, cambiará radicalmente al huésped del parásito alienígena.
Del segundo argumento del que hemos hablado veremos un poquito al principio de cada capítulo. La trama que se nos plantea en un futuro (y que aún no tenemos muy claro si se desarrollará en esta serie o en la que protagoniza Peter Quill en solitario) resulta de lo más interesante y es que alguien debe ocupar el puesto que ha dejado vacío en el trono el rey de Spartax y la peculiar transición a la democracia del imperio Spartoi promete ser de todo menos tranquila. Así, aunque lo próximo que leeremos del grupo será su participación en el segundo crossover con La Nueva Patrulla-X, titulado Vórtice Negro, y la nueva colección norteamericana del grupo (Guardians Team Up) que aquí Panini agrupará bajo esta misma cabecera, tarde o temprano los pasos de los chicos de Starlord parecen ir encaminados a los sinuosos laberintos de la política y las relaciones interplanetarias, asegurándose el futuro de la serie más allá incluso de las Secret Wars.
«Siempre te has portado bien conmigo, pero vas a sacar a tus colegas de la nave«
Precisamente hablando de las Secret Wars se me ocurre una teoría que, aunque es posible que no termine cumpliéndose, me resulta tan atractiva que no podía menos que compartirla. Habidas cuentas de que el evento llamado a remodelar el panorama de la editorial se basa en la colisión entre distintas realidades a través del nexo de unión que supone la Tierra, no resulta descabellado pensar que sólo nuestro planeta vaya a verse afectado por este suceso y que Battleworld no sea más que la combinación de infinitas Tierras, pero de nada más. Esto dejaría libre de toda intromisión a todas las series que transcurren fuera de los límites de nuestro maltrecho planeta, pudiendo éstas desarrollarse ajenas a todo lo que va a ocurrir a partir de este verano en la casa de los Vengadores y de casi todo el resto de héroes marvelitas. Una de dichas series sería esta misma y probablemente esta sería una de las pocas maneras de salvar todas las historias que están en marcha sin que el equipo de Quill y los suyos se vean afectados por el borrón y cuenta nueva que parece querer aplicar Marvel de una manera tan tajante.
En el apartado visual se une en Guardianes de la Galaxia #21 otro de los novatos que Marvel tiene tan buen gusto en fichar y que apunta muy buenas maneras. Valerio Schiti va a acompañar a la colección durante toda esta saga y muy probablemente las dos que vienen a continuación, toda una muestra de confianza en el trabajo de un tipo que, por de pronto, ha rediseñado el traje de Veneno y ha sabido plasmar perfectamente el estilo y el espíritu de una de las colecciones más cañeras que publica Marvel en la actualidad.
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