«Los Guardianes de la Galaxia creían ser leyendas«
Han decidido Collin Kelly y Jackson Lanzing cocinar a fuego muy lento la trama que está moviendo a sus Guardianes de la Galaxia. Tan lento que no vamos a saber hasta más o menos marzo (o lo que es lo mismo, el octavo número de esta etapa) qué es lo que está pasando con la transformación de Groot y la pesadumbre de los antihéroes del espacio por excelencia. Y oye, me parece bien. Aunque a muchos lectores todo esto les ponga de los nervios. Aunque no terminen de entender que en un western (y esto es un western con todas las letras) las cosas se toman siempre su tiempo y uno se pasa más viñetas viendo a los personajes rumiar su desazón que pegando tiros a diestro y siniestro. Y eso que, ¡ojo!, aquí hay tiros todos los que uno quiera. Y naves destrozadas. Y grandes guerras galácticas. Y contendientes vegetalizados y devorados por un Groot convertido en un ser de fuego y destrucción como no habíamos visto casi desde la creación de los Flora colossus de Stan Lee, Larry Lieber y Jack Kirby.
En el número que nos ocupa hoy por fin tenemos a los Guardianes reunidos de nuevo y con lo que parece un plan para contactar con su antiguo amigo. Pero pesan demasiado las heridas que aún permanecen abiertas y seguimos sin ver al equipo que nos ha enamorado en la gran pantalla de la mano de James Gunn o a la familia que nos mostró en su larga y estupenda etapa Brian Michael Bendis hace más de diez años ya, que se dice pronto. Hace falta algo grande, terrible y, por otra parte, mágico, para que vuelva a prender la chispa entre los héroes de esta parcela del universo de la Casa de las Ideas. Y lo que proponen Lanzing y Kelly no es otra cosa que un final glorioso y funesto para el equipo que nos permita echar la vista atrás, primero, y universalizar el problema que han estado conteniendo estos personajes, después.
«Más potencia no te ayudará a volar mejor, sólo a estrellarte más deprisa«
El riesgo, está claro, está en que los lectores se cansen antes de que los guionistas comiencen a verter de verdad la acción que quieren para sus protagonistas, pero pienso que el tono y el ritmo que se están empleando son los correctos para construir una historia que posea un carácter propio y que sea capaz de dejar un cierto poso entre los amantes de esta cabecera marvelita. El final de esta entrega de Guardianes de la Galaxia (sin contar el extra de D.I.O.S.E.S. que Panini nos está colando en las distintas colecciones) es crepuscular a más no poder, pero tiene esa alma que le detectamos a los grandes filmes del oeste de nuestras infancias (o de las de nuestros padres).
Bien es cierto, también, que sigo sin pillarle el tranquillo al estilo de Kev Walker (por más que a las gentes de Panini les flipe), pero sí que es cierto que una vez que uno se resigna a que toda esta colección se vaya a ver así de… cartoon, termina por convertirse en un elemento más de todos con los que la pareja de guionistas están construyendo el relato que tienen en sus cabezas. El mes que viene comenzaremos a descubrir cositas del pasado, pero no os penséis ni por asomo que todas las respuestas quedarán sobre la mesa. No es ese el estilo que pretenden para esta etapa Jackson Lanzing y Collin Kelly.
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