«Fue un combate sin reglas, sin fin…«

¿Tenemos entre manos otra historia de las de ‘caer para luego levantarnos más fuertes‘? Es una de las preguntas que rondan mi mente mientras leo la segunda entrega de esta nueva etapa de los Guardianes de la Galaxia que Panini ha comenzado a traer a nuestro país. Por el momento juega a favor de esta teoría que con cada entrega vamos viendo al grupo más dividido, herido y taciturno, tres ingredientes que invitan a pensar en una bajada a los infiernos antes de que suenen los cantos del fénix. Sin embargo, en contra de esta idea se nos presenta el hecho de que en el grupo actual de los Guardianes no hay espacio para el humor, ni para la esperanza al parecer.

Me refiero a que ha habido otras épocas en las que Peter y los suyos han estado revolcándose en el barro, pero siempre habían funcionado como palanca para la recuperación personajes como Cohete (desaparecido en esta ocasión, ya veremos por qué) o Groot, que actuaban como alivio cómico y, a la vez, como alma del equipo. Algo que, sin duda, le debemos en parte al universo cinematográfico. Ahora Groot sí que regresa, pero en una vuelta a sus orígenes como villano de la Casa de las Ideas. Y cuando estos dos personajes faltaban, el cariño mal disimulado de Gamora hacia el líder del equipo o la inocencia de Mantis actuaban como catalizador del perdón dentro de esta gran familia disfuncional y galáctica. Sin embargo, ahora no sólo nos faltan los dos primeros, sino que Gamora (y Nébula) van con el piloto automático y Mantis parece sumida en una gran crisis mental de la que sólo escapa gracias a sus propios poderes.

«¡Esto iba a salir así de todos modos!«

Esto me preocupa muchísimo. Porque invita a pensar en dos escenarios que no quiero. Uno nos lleva a una miniserie (de esas de doce números máximo) que puede o no tener continuidad en manos de otro equipo (pero para ninguna cabecera es bueno el cambio constante de creativos); y otro que nos habla de algo que esta serie ya ha sufrido en el pasado: ideas que no llevan a nada más que a la cancelación del proyecto. Por muy pronto que sea para que salten las alarmas (llevamos apenas dos números, aún hay mucho que contar) espero que Jackson Lanzing y Collin Kelly sean conscientes que con la energía que desprende actualmente este grupo poca gente se va a quedar para ver qué historias nos quieren contar.

Guardianes de la Galaxia #2 (#95)

Dicho de otro modo: los Guardianes de la Galaxia están acostumbrados a jugar al filo, siempre heridos de muerte y siempre logrando tirar adelante. Pero ahora esta dupla de guionistas está jugando a echar polvo y mugre en las heridas, haciendo que éstas se infecten. O nos dan pronto una salida que ayude a entender el destino del viaje que están emprendiendo o la aventura puede ser mucho más corta de lo que nunca quisimos creer. Me alucina, porque pienso que los Guardianes de la Galaxia son un cajón infinito de historias y creo también que funcionan igual de bien en solitario que engarzados en la continuidad marvelita, pero de un tiempo a esta parte la editorial norteamericana parece empeñada en que vayan regresando al olvido del que los sacó su división para el celuloide, las grandes salas y el CGI.