«Tengo la sensación de que las cosas aquí se van a poner feas«
¡Han vuelto! Los Guardianes de la Galaxia se fueron de vacaciones en su mejor momento (con una historia de Al Ewing que les hacía justicia y daba gusto leer en las páginas de los cómics de Panini) allá por principios del año pasado y vuelven ahora de la mano de Collin Kelly y Jackson Lanzing con una nueva aventura que pinta a traernos un escenario completamente opuesto al que nos dejara el autor de El Inmortal Hulk o la actual etapa de Veneno. ¿Y con qué nos encontramos? Pues, de momento y sin saber qué narices les ha pasado, vemos a un grupo reducido en el que no aparece Cohete y que conforman unos cansados y hechos pedazos Starlord, Gamora, Nebula, Drax y Mantis. Para acentuar el carácter crepuscular con el que va a comenzar esta nueva etapa nos encontramos con un escenario al más puro estilo del Viejo y Salvaje Oeste y con un dibujo sencillo y poco detallista de Kev Walker que parece querer remarcar este cambio de espíritu en la serie.
Toda una declaración de intenciones, tal y como cabría esperar del primer número de la nueva etapa de una serie con la tirada de unos Guardianes que no han hecho sino crecer al calor de los resultados de sus contrapartidas cinematográficas. Pero, y esto es una opinión personalísima, un cambio tan bestia en el rumbo habitual de esta serie puede echar para atrás a quienes esperen encontrarse con el Starlord de Chris Pratt. A mí, de momento, me deja un tanto frío un número que nos presenta al líder de los Guardianes como un tipo bien dispuesto a sacrificar las vidas de media población de un planeta con tal de llevar consigo al resto de sus habitantes y capaz de lidiar con frialdad ante la falta de emociones de Gamora o la aparente locura de Mantis.
«Es que sabía que era más fácil responderte si te lo enseñaba que si te lo contaba«
Sí. Nos hace falta una historia que nos ponga en antecedentes. Pero lo que quiero decir es que ésta no puede demorarse demasiado. El cambio es tan profundo y desgarrador que lo primero que se nos viene a la cabeza es un enorme ¿POR QUÉ? que no acierta a calmar la llegada, casi al final del cómic, de lo que los autores han decidido llamar Grootaclismo y que parece bastante autodescriptivo. Necesitamos algo más que la regresión a un estado violento y destructivo de uno de los miembros del grupo para entender qué narices les ha pasado para pasar del momento Ewing al momento actual.
Obviamente, un único número no da para demasiado, así que deberemos ser un poco más pacientes y al menos alegrarnos de que la Casa de las Ideas se haya decidido a traer de vuelta a los personajes que tanto cariño han despertado en amantes de los cómics y profanos por igual (ahora sólo faltaría una nueva serie de los Inhumanos y yo ya). Sea esta serie lo que el grupo necesita o no, lo cierto es que su regreso les vuelve a poner en el mapa galáctico de Marvel y esto son buenas noticias para un segmento que parecía un poco alicaído en los últimos tiempos y que necesita de un nuevo impulso ahora que Disney apuesta por las Invasiones Secretas y los líos intergalácticos entre Capitanas y señoritas Marvel.
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