«Ahora yo lidero el Escuadrón de Unidad«
Fuerte bajón del primer al segundo número de esta miniserie que publica Panini en España. En cuanto se acaban las peleas y comienzan las conversaciones tenemos un conato de pelea de patio de colegio tan tonta e innecesaria que me alegro de que el propio Gerry Duggan recoja un poco de cable y decida dejar las cosas en un ‘visto’ (doble check si preferís). Lo que me sigue sin cuadrar es el porqué de incluir el intento de ‘golpe de estado’ que presenciamos. ¿Qué busca contarnos el autor? ¿Qué pretende que pensemos sobre Pícara? ¿Es que nos hemos vuelto tontos? Porque a ver: el bueno de Steve decide reunir de nuevo al Escuadrón de Unidad para no hacer cosas que tienen que ver con mutantes por su cuenta y sin contar con ellos. Él pone equipo, base y su amplia experiencia en combate al servicio de un grupo que, ojo, ha seleccionado él en base también a su propia experiencia reuniendo caracteres afines. Entonces, tras la primera confrontación con el enemigo, los mutantes del grupo deciden que ellos liderarían mejor el equipo, el equipo que no existiría de haber dependido de ellos. Suena lógico.
Y en ello se pierden páginas de una historia que apenas va a contar con cinco capítulos para ser contada. Y, claro, el sentimiento que esto suscita no es precisamente el de algarabía. Que Deadpool tenga que ser el que ponga un poco de sentido común en la escena debería decirlo todo…
Pero bueno, salvo este bache, lo cierto es que tenemos un número en el que, si bien no hay más acción que la que venía de la entrega anterior, sí que nos avanza información por dos o tres frentes interesantes: El primero de ellos nos viene a decir que el Capitán Krakoa, aparte de tener formación militar (o al menos creérselo), no termina de estar controlado al cien por cien por Orchis (ya veremos a qué nos conduce esto) y es un hombre de fuertes pasiones y muy celoso con su identidad. Es decir, que la principal arma de Orchis en esta serie y la amenaza que este equipo está combatiendo puede ser a la vez su eslabón más débil. El momento en que conozcamos la identidad de este personaje y ello signifique que deja de estar al control de la situación, la serie se dirigirá irremediablemente hacia su final.
«Si le dices mi nombre a alguien, aunque sea del escuadrón… mi próximo abrazo no será tan dulce«
Por otra parte, y siguiendo un poco la estela de lo que ya leíamos en la primera entrega de Imposibles Vengadores, el Capitán América (recordemos, ese que no debería ser líder), amplía los planes para arropar a sus compañeros tratando de abrir un nuevo frente en el que los mutantes llevan demasiado tiempo perdiendo: el control del relato. La escena que vemos entre Steve y Ben Urich recuerda mucho a las que ya presenciamos de éste con Cíclope cuando el tema de la resurrección mutante salió a la luz, pero en esta ocasión, en lugar de hablar de borrado de mentes y ocultaciones varias (el Capitán Krakoa nació, de hecho, para ocultar la resurrección de Scott Summers) Rogers apuesta por contar con uno de los pocos periodistas no vendidos del mundo para que cuente una versión distinta a la que Orchis propaga por tierra, mar y aire.
No pasan grandes cosas en este número, pero sí que se plantan semillas para sucesos interesantes que pueden tener gran trascendencia en el contexto de Caída de X.
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